miércoles, 13 de junio de 2018

PARROQUIAS DE ALCADOZO Y LIÉTOR. EVANGELIO DEL MIÉRCOLES 13 DE JUNIO, SEMANA 10ª DEL TIEMPO ORDINARIO.


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

Mateo 5, 17-19
COMENTARIO

Hay personas que viven un “cristianismo legalista”, bien por tradición, bien porque han vertebrado así su fe y les va bien. Creo que esta opción es respetable. En el fondo todos nosotros hacemos todos los días muchas cosas simplemente porque lo mandan los cánones culturales del momento: nos ponemos trajes en las bodas, vivimos por el día y dormimos por la noche, mimetizamos comportamientos estereotipados a través de los medios de comunicación…; es decir, casi todo el mundo de un modo conscientemente inconsciente nos amoldamos a un patrón vital. ¿Lo hacemos por obligación? Yo creo que no. Lo hacemos porque vivimos en sociedad. No falta quien habla de la “tiranía de las modas” y de “los dulces encantos de las esclavitudes sociales”. 


Ahora bien, yo, en materia de fe, creo que me adhiero a los que piensan que cuando Jesús hablaba del cumplimiento de la ley, lo que estaba proponiendo era una “interiorización” de la ley. Dicho con otras palabras. Cumples la ley no cuando la respetas externamente, sino cuando la acoges con convicción y la pones en práctica con pasión. 

Si la iglesia, en unos de sus mandamientos sostiene que hay que ir a misa todos los domingos y fiestas preceptivas, esa ley se cumple no cuando vas a misa “por obligación” sino cuando, interiorizando el consejo, te planteas el sentido que tiene y actúas interiormente con convicción. En ese proceso de interiorización la ley se hace plena para ti, e incluso se transforma en otra distinta, más exigente. El cumplimiento externo (por obligación) pervierte la ley; la convicción interna la dignifica. 

Este ejercicio lo hizo el propio Jesús , ¿recordáis?: “se os ha dicho, no matarás, pero yo os digo, todo el que llame a un hermano imbécil será procesado”. 


Una ley interiorizada es mucho más exigente que el cumplimiento externo de la misma.

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