EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
–Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Juan 15, 9-17
Ciertamente hay términos en la propuesta evangélica de San
Juan que son auténticas provocaciones. Siempre me ha llamado la atención
la palabra "permanecer" en este contexto.
La piedad cristiana tengo la sensación de que no la ha incorporado a
su sistema devocional.
Me explico: suena más en este sentido
las palabras fidelidad, perseverancia, constancia, paciencia; cada una de
ellas tiene su matiz, pero todas indican algo parecido a
"durar", y en ocasiones a "durar" con cierta incomodidad, contra pronostico, y un poco en plan martirial.
Ayer, preparando un pequeño escrito, estuve "investigando" la palabra
"permanecer", bíblicamente hablando. ¡Y... todos los días se aprende algo
nuevo!; "Permanecer", bíblicamente hablando, no es tanto
"durar" cuanto "hacer la opción por quedarse".
Quizás os pueda parecer un matiz sin importancia; pro a mí me resultó
tremendamente novedoso. No se trata de "durar resistiendo"; sino
que se trata de "hacer la opción de quedarte" porque eso
es un valor.
Me imagino a Jesús pronunciando esas palabras a unos cristianos que
ya están sufriendo la dificultad de ciertas persecuciones; a ellos les
diría que más allá de la incomodidad del momento, merecía la pena
seguir en el empeño de aquel incierto primer anuncio.
Cuando traemos el evangelio al hoy de nuestra vida, probablemente la invitación
a "permanecer" signifique que, en ocasiones, aún teniendo muchas
razones para irse (de una relación, de una amistad, de una institución, de
un proyecto, de una idea....), hacer la "opción
por quedarte" te va a permitir crecer.
Y lo que en principio pudiera
parecer una pérdida de tiempo, quizás merezca la pena encargarte de
ello porque es más lo que merece que lo que desmerece.
Y es que, re-conciliarte con "los tiempos" de la realidad, suele
ser una estrategia que, aun saliendo cara, funciona.
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