miércoles, 31 de enero de 2018

MARTES DE LA SEMANA 4ª DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 30 DE ENERO


EVANGELIO
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Mateo  9, 18-26


COMENTARIO

Nos propone la liturgia de hoy de la Iglesia un texto “cumbre” del evangelio. Es largo, pero es bello. Historia, drama humano, símbolo, muerte y vida se unen en un relato “modelo” que nos permite conocer la propuesta vital de Jesús, al tiempo que el propio texto nos va guiando por el código cultural judío que Jesús se va encargando de descodificar. 

El elemento simbólico central del texto es la “sangre”. La sangre para un judío es manantial de vida, es un elemento casi divino porque el judío lo identifica con la vida. 

Pues bien, hay una mujer en el texto de hoy con permanentes flujos de sangre (doce años, dice el texto), es decir, se trata de una mujer a la que “se le está yendo la vida”. Paralelamente una niña que muere, a la edad de doce años matiza Marcos (aunque no Mateo en la versión que leemos hoy pero se sobreentiende por el término griego utilizado -κορασιον-), es decir, más o menos a la edad de la primera menstruación cuando podría ser ya alguien capaz de crear vida. Este es el drama humano que nos presenta Marcos: una mujer a la que se le está yendo la vida y una niña que podría comenzar a dar vida, pero está muerta. 

Más allá del acontecimiento histórico real que pudiera estar narrando Marcos, muchos han visto en este texto una descripción de la situación del judaísmo en tiempo de Jesús. 

Una religión que había generado tanta vida en el pasado, en el momento en que vive Jesús, se ha convertido en una religión “muerta” incapaz de transmitir sentido vital, y esperanza. En el fondo, el texto es una crítica a la institucionalidad judía que con su legalismo se está encargando de “enterrar” las esperanzas del pueblo.

Jesús, con ese milagro, querría expresar que Él es el nuevo principio de vida; Él viene a renovar al judaísmo de sus cenizas porque una religión que no es portadora de aliento y esperanza sino que machaca, margina y hunde es una religión muerta.

Hoy es un buen día para que nos preguntemos por donde se le está yendo la vida a nuestra religión cristiana; es bueno también preguntarse por todo ese potencial interior que tenemos cada uno de nosotros y bien por cansancio, bien por indiferencia, no lo compartimos con los demás. Es un buen día para poner nombre a nuestras perdidas de esperanza.





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