En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
Lucas 12, 1-7
Para bien o para mal, el cristianismo, en sus inicios, se fue fraguando como una religión “abierta”. Frente a otros cultos “más mistéricos” (Isis, Deméter, Mitra…) que requerían una concienzuda iniciación a sus prácticas, el movimiento de Jesús era más “democrático” (o "comunional", como gusta decir en ambientes eclesiásticos).
Estamos hartos de oír últimamente esto de que tenemos que hacer “una iglesia de puertas abiertas”. Pero tenemos que ponernos de acuerdo en para qué abrir las puertas, porque ya san Agustín dijo que Dios es “intimior intimo meo”, es decir, lo más interior a mi mismo; o sea que Dios está dentro de ti, no hace falta salir de casa para visitar a Dios o dejarse visitar por Él.
Si la Iglesia "abre sus puertas", no es para que sus respuestas salgan más rápido, sino más bien para dejarse cuestionar ella misma porque está necesitada de transformación ( o de "conversión pastoral", como se dice ahora). Si abre sus puertas es para reconocer que hay huellas de la revelación de Dios en muchas experiencias que nos rodean y que sobrepasan las "doctrinas de siempre".
Como dijo aquel…dejarte herir en tu identidad, en ocasiones, es la única manera de poder cambiar y convertir tu mirada.
La alternativa de Jesús es una Iglesia de azoteas, sin puertas; un riesgo… sí, pero “no tengáis miedo"…dijo el maestro de Galilea.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.