martes, 15 de noviembre de 2016

MARTES DE LA XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 15 DE NOVIEMBRE.

EVANGELIO
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Lucas   19, 1-10

COMENTARIO

De desvergonzados y siniestros podríamos caracterizar a estas personajes que de vez en cuando salen a relucir en los evangelios. Personas tan seguras de sí mismas que creen que se merecen todo en la vida. Empecatados que llegan los últimos y se creen los primeros de la escena.

Aparecen y desaparecen en los paisajes bíblicos dando lecciones y piensan que tienen que tener los mejores sitios. Desconsiderados, despistados, pero siempre queriendo justificarse. Identifican la verdad con sus vidas; no sintonizar con ellos supone que los demás andan por caminos equivocados.

Pretenden tener a Jesús de su parte; de hecho, no dudan en comprometerlo sabedores de que era persona de corazón blando. Manipulan sin escrúpulos dejando tras de si huellas descorazonadoras portadoras de desesperanzas.

Por culpa de estos personajes menores de los evangelios, Jesús tiene que activar al máximo su misericordia para no mandarlos a.....al desierto....  

Pero ellos, cansinos, aparecen y vuelven a aparecer, pidiendo constantemente a Jesús un juicio de parte, ellos que han sido incapaces de gobernarse a sí mismos.

Muchas veces me pregunto si nadie en su sano juicio, en aquella sociedad judía del siglo I no les advirtió que así no podrían presentarse ante Jesús; y que, por tanto, era mejor quedarse en su casa soportando el juicio sobre sí mismos sin moldear al maestro de Galilea, atesorando una verdad vacía, un ejemplo inexistente y un corazón insensato

Ellos, generalmente hombres, de baja estatura moral, nulos de fe aunque creídos de religión. 

Y no, no me refiero a Zaqueo, el pobre...bastante tiene con buscar una higuera. Me refiero a aquellos que en el evangelio de hoy y en tantos otros, son caracterizados como "los que murmuraban", porque no podían comprender que el Dios judío nunca se dejó poseer por los presuntamente perfectos. Antes bien, el ya había hecho la opción por todos aquellos que en su des-dicha se consideraban bene-dicere (bendecidos).

Disculpad el tono de hoy...pero es que estoy cabreado (sólo un poco) con los "murmurantes" de nuestro tiempo, que ni hacen ni dejan hacer. Para más información pulsad aquí.🔼

Y después de leerlo...sonreir. 😋




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