miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL EVANGELIO DEL 9 DE NOVIEMBRE

EVANGELIO
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Juan   2, 13-22

COMENTARIO

Hoy celebra la Iglesia una fiesta rara. No se trata de ningún santo “personal”; digamos que se trata del “santo” de una iglesia. Efectivamente, hay una fiesta dedicada a la catedral de Roma, San Juan de Letrán. ¿Por qué? No me lo preguntéis porque no se justificarlo bien. El caso es que técnicamente este día celebramos la fiesta de la “Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán” de Roma.


Y la Iglesia, fiel a su “torpeza” más o menos bimilenaria (permitidme la osadía), no se le ocurre otra lectura del evangelio que la que acabáis de leer mas arriba. Pensadlo bien: la iglesia, para recordar y poner en valor (como se dice ahora) una catedral impresionante, no se le ocurre otra lectura mejor que el recuerdo de la “purificación” del templo que hizo Jesús y la consecuente provocación: destruid este templo que yo lo reconstruiré en tres días.  

A la luz del evangelio de hoy podemos hacer cuatro  afirmaciones cortas, un poco brutas, imprecisas y necesitadas de mucha justificación… 

1.Los templos (edificios) no son sagrados, las Iglesias (comunidad de personas) si que lo son. Por tanto, cuidado con exagerar maneras que pueden llegar a lo idolátrico y fundamentalista en nuestros recintos sagrados, con la mejor de las intenciones y a lo largo del paso del tiempo.

2.Restaurar templos es culturalmente necesario y en ocasiones recomendable, pero siempre supeditado a la restauración interior de las personas y a la continua humanización y dignificación de los seres humanos. 

3.Se hace necesario buscar una auténtica y humana proporcionalidad, en esta caso “parcial”, que nos permita discernir el tiempo, dinero y motivación que empleamos en todo lo que es lo estético de la fe (obras de arte, complementos de semana santa….) y el tiempo, dinero y motivación que empleamos en la transformación más humana de la sociedad.

4.Entiendo que hagamos tómbolas, rifas, loterías para las “restauraciones exteriores” de nuestros edificios; confiar eso a la suerte y al juego incluso puede ser divertido; pero no entiendo que la lucha por la justicia y la humanización de nuestra sociedad, es decir, las restauraciones interiores del ser humano,  pasen por mecanismos a mi juicio tan humillantes.

PD: De modo especial toca esta reflexión a los que dedicamos, a tiempo exclusivo, todas nuestraas capaciades al ámbito de la religión, empezando por un servidor, a quien dicho sea de paso, este evangelio, por muchos motivos referentes al "mercadeo" religioso, siempre le ha quedado muy grande.

En cualquier caso, un comentario mucho más equilibrado sobre el templo (con minúscula), el TEMPLO (con mayúscula), y los templos, podéis leerlo aquí.



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