domingo, 27 de noviembre de 2016

DOMINGO I DE ADVIENTO. EL EVANGELIO DEL 27 DE NOVIEMBRE.

EVANGELIO
Ahora bien, lo que pasó en tiempos de Noé pasará en la llegada del Hijo del hombre;   es decir, lo mismo que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y, estando ellos desprevenidos, llegó el diluvio y arrambló con todos, así sucederá también en la llegada del Hijo del hombre.
Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela,  pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.

Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

Mateo 24, 37-44


COMENTARIO

Por quitar dramatismo al texto bien podríamos titularlo como La historia de un despiste.  Desprevenidos estaban en tiempos de Noé y con poca previsión (con poca vista) en los escenarios laborales de las parábolas que cuenta Jesús en este escueto texto, y que parecen precisar el contexto vital de Jesús (las tareas del campo, de la molienda y de la guarda de la casa).

La solución a esta "crisis de atención" se encuentra precisamente en las actitudes contrarias:  estar en vela, para no permitir que nos pase desapercibido nada de lo que acontece cada día delante de nosotros; y estar preparados, porque resulta relativamente fácil perder la lucidez. 

Estas son precisamente dos de las grandes miopías de nuestra manera de vivir: la falta de asombro y la falta de lucidez. En el origen de ambos sentimientos se encuentra un exceso: colocar el "yo" por encima de todo y de todos.

Vivimos faltos de asombro porque todo nos parece normal: es normal tocar el interruptor y que se haga la luz, es normal abrir el grifo y que mane la fuente, es normal asistir en directo al lugar más recóndito del planeta sin moverte del sillón de tu casa, es normal comprar a buen precio sin ladearte unos centímetros de la pantalla de tu ordenador. De "ser normal" a "ser un derecho" hay una distancia muy corta, pero en esa distancia se pierden las historias personales de quienes hacen posible cada día ese milagro. Y eso, nos convierte en personas cada vez más conscientes de lo que merecemos, pero menos sensibles ante lo que merecen los demás.

Y vivimos faltos de lucidez. Podríamos poner muchos ejemplos, pero basta uno: poco a poco vamos convirtiendo la racionalidad en ratwiteralidad. Importa poco que las cosas sean razonables, basta que puedan ser twiterables. Y así pasa, que un presunto pensamiento colocado en twiter da más que hablar que el poso callado de los lentos procesos.

Hemos dejado de ver milagros... porque ya no nos asombramos de nada; hemos aparcado la lucidez...porque nos van más los brillos momentáneos.

Por eso, quizás, corren malos tiempos para la religión. Ella se nutre de asombro (ver con hondura) y lucidez (ver con claridad). De ahí la llamada del evangelio de hoy: "estad en vela".

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