EVANGELIO
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno
–Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
–Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
–Sígueme.
El respondió:
–Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
–Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo:
–Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
–El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
–Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
–Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
–Sígueme.
El respondió:
–Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
–Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo:
–Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
–El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
El
contexto espiritual de la época nos permite descodificar las tres
respuestas “vocacionales" del texto de hoy. Son duras: ante el deseo de
uno por ser discípulo suyo, la respuesta es “el hijo del hombre no tiene
donde reclinar la cabeza”. Y ante los dos siguientes que pretenden seguirle
pero encargándose previamente de “dejar arregladas las cosas familiares",
la respuesta es “deja que los muertos entierren a sus muertos”….y ”el
que echa la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve pare el Reino de
Dios”.
Evidentemente
estas consignas son, una vez más, un posicionamiento contra la religión judía.
Recordad que “tierra” y “familia" (descendencia) eran los grandes tesoros
para un judío. Las “exigencias” de Jesús ponen en entre dicho tanto
la obsesión por la “tierra” (“el hijo del hombre no tiene
donde reclinar la cabeza”), como la “obsesión por la familia” (“deja
que los muertos entierren a sus muertos”).
Es algo
común a los grandes hombres y mujeres de la historia afirmar que su patria es
todo el mundo y su familia toda la humanidad. Jesús es uno de ellos. Frente a
los exclusivismos y elitismos, quizás Jesús, entre otras cosas, fuera un
precursor de la globalización.
Cuando
traemos el texto al hoy de nuestra vida haríamos mal en sacar conclusiones de
“corte vocacional exclusivista” tipo “el señor me llama a mi y me pide que deje
a mi familia”. Eso no es vocación…es fanatismo religioso de corte mesiánico o
simplemente despreocupación por las obligaciones normales que tiene una
persona.
El texto
es mucho más rico y más exigente que todo eso; viene a cuestionarnos nuestro
global estilo de vida, nuestra opción por intereses personales donde aparcamos
a los demás, nuestra visión elitista de la felicidad, nuestra necesidad de ser
reconocidos permanentemente para “ser alguien” en la vida…
En el
fondo, si el texto en su contexto ponía negro sobre blanco las obsesiones del
judío, hoy el texto en nuestro contexto viene a hacernos reflexionar sobre
nuestras obsesiones, esas que en ocasiones nos hacer instalarnos en nuestro
egoísmo y replegarnos en nuestras comodidades.
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