EVANGELIO
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
COMENTARIO
Alguien me comentó en alguna ocasión con
motivo del comienzo del envío de estos comentarios si existía una
interpretación “oficial” de la Biblia. Sinceramente, yo creo que no. La Biblia
interactúa con nosotros, por eso cada momento vital personal “saca a la luz”
significaciones nuevas. De lo contrario no sería “palabra viva” sino “letra
muerta”. Obviamente la Palabra dice lo que dice, técnicamente tendríamos que
decir que la palabra es “palabra viva” siempre en el espíritu de Jesús.
Precisamente por esto he leído un
comentario a la palabra de hoy que nunca lo había escuchado. Aparece en el
texto la fe de los “sabios y entendidos” frente a la fe de la “gente sencilla”.
El matiz viene por la palabra griega que da origen a tal traducción, a saber,
la palabra “νηπιοις” (algo
así como “novicio” o “neófito”); en otro lugar del nuevo testamento aparece
traducida la misma palabra por “niño”
(1ª Corintios 3, 1). Entonces en qué quedamos, ¿se trata de gente sencilla, de
novicios-neofitos o de niños?
Creo que todas las traducciones están
bien; son matices. Parece claro que Jesús opone la sensibilidad de los maestros
de la ley de su tiempo, los “escribas”, a la sensibilidad de los sencillos, los
novicios (discípulos) y los niños.
Probablemente Jesús esté criticando la actitud
de los escribas, cerrada y excluyente en el nombre de dios. Alternativamente a
ellos, esta valorando la actitud de todos aquellos que están en actitud de
aprendizaje: los sencillos porque no funcionan con continuos pre-juicios, los
discípulos porque se caracterizan precisamente por su aprendizaje, los niños
porque tienen necesidad de crecer.
Frente a los viejos y caducos escribas
donde la revelación del Dios verdadero ha encallado; es en los sencillos, los discípulos
y lo niños, donde el Dios de Jesús encuentro un terreno fértil desde el que se
puede re-velar la experiencia divina.
Cuando traemos el texto al hoy de nuestra
vida, el cuestionamiento que nos hace la palabra no es por si somos mas cultos
o más incultos, más inteligentes o menos; la pregunta es más bien si somos
gente de “cabezón cerrado” o de “sensibilidad abierta”.
Por eso mismo, la fe no es ni directa ni
inversamente proporcional al nivel intelectual ni al nivel moral de nadie; más
bien se trata de una cuestión de sensibilidad y permeabilidad vital y, sobre
todo de actitud ante el futuro: aprender-crecer-mejorar.
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