EVANGELIO
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»
Lucas 10, 38-42
El contexto más
adecuado para encuadrar este texto es la ley judía sobre las hospitalidad. El
judaísmo tenía algo así como una un “estatuto del huésped”. Marta probablemente
no haga otra cosa más que aplicar dicho “estatuto” a Jesús. Podríamos contar
muchas historias al respecto relativas al Antiguo Testamento, alguna de ellas comprensibles
dadas las duras circunstancias del desierto. Der alguna forma, en el huésped se
recibía la visita del propio Dios.
Por eso, la reacción de
Jesús quiera marcar distancia nuevamente con el judaísmo de su época. El
exhaustivo cumplimiento de la ley de la hospirtalidad (reflejado en Marta)
puede oscurecer la novedad que trae consigo el huésped (Jesús); sólo una mirada
sosegada y atenta más allá del cumplimiento de la Ley (María), descubre tal
novedad. Yo creo que este es el escenario adecuado para entender el texto sin
que nos sitúe en la tesitura de decir muchas inconveniencias.
Jesús no está diciendo
que el ideal de vida es poder dedicarse a contemplar amaneceres mientras que
otros trabajan. Jesús viene a afirmar que había un cierto judaísmo que
“embrollaba” tanto la vida que impedía sacarle jugo a la misma; Marta, en el
nombre de dios, tiene los ojos cerrados ante el rosto de Dios que le visita.
María, sin embargo, es sensible a dicha nueva presencia.
Y esto nos introduce en
otro elemento contracultural que tiene el texto. Para la cultura judía, la
escucha de los maestros de la Ley era algo reservado a los hombres; las mujeres
no podían dedicarse a tal escucha. María, por tanto, representa la respuesta al
nuevo orden que revela Jesús; en el rostro de Dios que revela Jesús no vale la discriminación
por ser hombre o ser mujer. Para escuchar a Dios lo único necesarios es tener
oídos y tener corazón.
El escenario, por tanto,
es magistral y perfecto para llegar a la conclusión que Lucas nos sugiere:
Marta representa el antiguo judaísmo, caduco y sordo; María representa el nuevo
pueblo y discipulado que inaugura Jesús.
Cuando traemos el texto
al hoy de nuestra vida no sólo se convierte en una auténtica revelación de las
intenciones de Jesús, sino que se nos re-vuelve, poniendo patas arriba algunas
que otras convicciones viejas (al estilo de Marta), que todavía conservamos en
nuestra propuesta cristiana.
Para
Jesús, antes que el cumplimiento religioso (por muy bueno que sea) está la
escucha atenta y fundante. Cuando nuestro “hacer” religioso ni se funda ni
expresa nuestro ser creyente, nos convertimos en loros enjaulados, quizás elegantes,
pero tristes.
Hasta ahora la reflexión más común que había escuchado o leído sobre este pasaje de Marta y María es que se trata de una conjunción perfecta entre vida de acción y vida de oración.
ResponderEliminarMe parece muy ilustrativa esta explicación del evangelio a la luz de su contexto histórico, tengo que admitir que como mujer me agrada que Jesús acoja a la mujer dándole la misma dignidad que al hombre, creo que muchos aún no se han percatado de estos detalles.
Gracias por ilustrarnos y por sacudirnos de nuestras convicciones heredadas y sin mucho sentido.