jueves, 2 de junio de 2016

JUEVES DE LA IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. EL EVANGELIO DEL 2 DE JUNIO


EVANGELIO
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: - «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. " El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: - «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: - «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Marcos   12, 28-34
COMENTARIO

X. Zubiri, un filósofo español difunto ya, afirmaba que “cuando el decir se independiza del pensar y éste deja de gravitar sobre el centro de las cosas, la palabra queda suelta y libre, sin ningún asidero, y entonces se torna puro hablar, simple retórica”.

Me sorprende la red lingüística que tejemos en torno a lo religioso. Hablamos en ocasiones de lo divino como de algo externo a nosotros, convirtiéndolo en un ídolo. 

Hablamos de María, por ejemplo, colocándole el superlativo de “santísima”, aunque previamente nos hemos esforzado en decir que era una mujer sencilla. Hablamos del pan eucarístico diciendo que es el santísimo sacramento, pero a sabiendas de que la realidad del pan no fue ni mas ni menos que el alimento de una conflictiva cena en la que Jesús manifestó decisivamente su herencia vital.

Tengo la sensación de que nos seduce constantemente la tentación de construir una religión retórica en la que está ausente la vida. Una religión retórica en la que dios esta fuera de nosotros y tiene a bien visitarnos cuando le place. Una religión en la que María es a modo de una enigmática esfinge, siempre separada, siempre santísima.

Una religión así es como un “marco” a quien le sobra el “lienzo”.

Hoy el evangelio nos invita simplemente a la sensatez: “No hay mandamiento mayor: amarás al Señor…amarás a tu prójimo”.

Sobran los marcos, sobra la retórica; faltan los lienzos, falta la vida






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