EVANGELIO
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Hoy celebramos en
la Iglesia la fiesta de San Pedro y San Pablo; esto hace
que interrumpamos la lectura continua de Mateo. Las figuras de Pedro
y Pablo en la Iglesia católica son centrales. La interpretación
teológica de ambos personajes son determinantes a la hora de entender la
evolución ce la Iglesia.
Podemos hacer el
intento de ver el texto desde nosotros, desde cada uno de nosotros como
miembros de una comunidad a la que llamamos Iglesia. La pregunta de
Jesús puede ser a cada uno de nosotros, y da la sensación de que a esa pregunta
no vale contestar desde "fuera de nosotros" (lo que dice la gente).
Al final la respuesta ha de venir desde "dentro de cada uno de
nosotros".
Hay maneras de
creer "desde fuera". Nos montan una romería, nos montan una
excursión, nos montan un espectáculo religioso y... al final decimos "allí
si que se respiraba a Dios". No lo dudo. La religión tiene mucho
de "puesta en escena" ( en el buen sentido de la palabra). Los
técnicos en la cuestión a la "puesta en escena" le llaman
"evocación del Misterio".
Estoy de acuerdo
que evocación ha de haber. Evocación si, pero espectáculo no.
Reconozco que en ocasiones es difícil discernir qué es una cosa y qué
otra. Cuando actúas "como actor" e invitas a creer
"desde fuera" de la persona, la fe se convierte en estrella fugaz que
acaba estrellando a la persona.
La pregunta de
Jesús es: ¿quién decís que soy yo?. O más directamente: ¿quién
soy yo para ti?. Ante esa pregunta no hay Credo que
valga, porque el Credo es creer desde fuera, desde lo que han
dicho otros, que no es que esté mal, pero que es manifiestamente insuficiente.
Y si ya nos ponemos
más profundos la pregunta todavía es mas radical, porque Jesús parece pedir una
respuesta existencial, no de libro. Por eso da la sensación de que al final la
pregunta del evangelio de hoy parece ser la siguiente : ¿qué dice
tu vida de mi?. Efectivamente ¿qué dice cada una de nuestras
vidas de Jesús? ¿Que capacidad de testimonio del Evangelio aguanta nuestra
vida? ¿Qué revela nuestra vida del proyecto propuesto por Jesús de Nazaret?
Por eso nosotros
tenemos la "llave". Nuestra vida, nuestro testimonio abre o
cierra la posibilidad de que el proyecto de Jesús sea creíble en la historia.
No valen las palabras. Sólo vale el testimonio. Nuestras vidas son las
llaves del Reino, porque nuestro buen o mal testimonio abre o cierra en la
historia la posibilidad de que el proyecto de Jesús sea posible y realizable.
Cuando a veces
leemos novelas, presentadas con visos de realidad, que hacen del cristianismo
un conglomerado de misterios que se aclaran con claves jeroglíficas, creo que
convertimos en estúpida la fe cristiana.
Para Jesús, la
única realidad es el la posibilidad de amar; y la única clave llevarlo a cabo con
el testimonio de nuestra vida.
PD: Sólo para los que quieren conseguir "nota". Más
literatura sobre el tema del "poder de las llaves" podéis
encontrarlo pulsando directamente aquí.
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