EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La Paz os dejo, mi Paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir:
«Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
–El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La Paz os dejo, mi Paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir:
«Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Juan 14, 23-29
COMENTARIO
Tengo
la sensación de que el evangelio que leemos hoy es un “verso suelto” en este
cada vez más largo itinerario pascual que nos propone el evangelista Juan.
Aparece ya la promesa del Espíritu Santo (el Defensor); pero de este tema no
hablamos, ya vendrá el Espíritu con Pentecostés dentro de unos días.
Quizás
el Evangelio no se capte bien si no caemos en la cuenta que hay una pregunta
previa de Judas Tadeo, el de Santiago, previa al primer
versículo que es con el comenzamos hoy. La pregunta de Judas es muy
determinante porque considero que pertenece a la “estructura de la experiencia
de fe”.
Le
pregunta de Judas a Jesús es: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te
reveles a nosotros y no al mundo?». Y le contesta
Jesús: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y
vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis
palabras».
Es
decir, que hay gente a la que “no se revela Jesús”. ¡Curioso!
Me pregunto yo: ¿y qué han hecho esos “tales” para no tener esta
experiencia? Podríamos contestar al estilo clásico afirmando que Dios
se revela a los que quiere. ¡Vale! Como formulación teórica no está mal, pero
creo que esta respuesta no convencería ni al propio Dios. Esto de que
Dios da la “gracia” a los que quiere, es decir, a los que “les caen en gracia a
Él” y a los que no…no pues….al final se convertiría en una fábrica de ateos y
con razón.
La
contestación de Jesús es clara: “me revelo a quien me ama y a quien guarda mi
palabra”, es decir a quien “le intereso”. O dicho con las
palabras de un genio menor –menor que Jesús, entiéndase-: “la
inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando” (Pablo
Picasso). De ahí que yo sospeche de todos los “iluminados” de la historia o de
todos los “van de iluminados” por la vida, o de los “resultones
espiritualoides” de turno.
Dios
se revela a todos, siempre y lo más que puede, pero no todos estamos, en
ocasiones, en su onda, bien por un problema de sensibilidad, o bien por un
problema de convicción.
Efectivamente, la
experiencia de la fe necesita de unos mínimos (o máximos) de sensibilidad en la
vida. Por sensibilidad entiendo tener abiertas las puertas de la ternura y
de la misericordia. Allí donde no hay ternura, delicadeza y
misericordia es muy difícil que “prenda” la experiencia de Dios, o que se
“capte” la densidad divina de la historia.
No
es fácil “tragar” con la “ética de máximos” por la que
apuesta Jesús en muchos ámbitos de la vida: “perdonar setenta veces siete”,
“dadles vosotros de comer”, “quien esté libre de pecado que tire la primera
piedra”…. Es que, ciertamente…es complicado.
Ya
se va aclarando un poquito este tiempo de Pascua. A mí me da la sensación de
que esto de las “apariciones” del resucitado tiene que ver mucho
con la “percepción de su revelación”, que al fin y al cabo no es ni mas ni
menos que la “firme y gozosa” posibilidad de poder “guardar” su palabra, es
decir, vivir cómo el vivió.
Y
de ahí, la enorme importancia que tiene es frase: "haremos morada en
él". No se se trata de ir a ningún sitio a ver si allí está Dios
o si me "toca en suerte por casualidad". No se trata de ir, sino de
"dejar que venga" y de facilitar su venida.
Añoro
el día en el que el verbo "peregrinar" dejemos de aplicarlo a ese
intento de caminar todos los años hacia ningún sitio, para referirnos sólo al
sutil intento de reconocerle ya presente desde siempre en la raíz de nuestro
ser.
Reconozco que perderían las agencias de viajes, pero
ganaría la hondura de nuestra fe y la "ondura" evangelizadora de
nuestro corazón.
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