lunes, 18 de abril de 2016

LUNES DE LA IV SEMANA DE PASCUA. EL EVANGELIO DEL 18 DE ABRIL

EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

Juan   10, 1-10

COMENTARIO

En el Evangelio de San Juan Jesús lo es todo. Es el Cordero, él es Pastor, es la Puerta. Curiosas comparaciones joánicas. Decir que es Pastor y decir que es Puerta es lo mismo. Según la antropología cultural del momento, en aquel tiempo los apriscos no tenían puerta, sino que en el lugar de la entrada se situaba el pastor, y allí dormía.

El ideal cristiano desde el comienzo, consiste únicamente en salvar la vida y facilitar la vida del otro, hasta el extremo de perderla tú para que el otro viva. Cristo, como Cordero, entrega su vida por amor; Cristo, como Pastor, salvaguarda la vida del otro. Es la responsabilidad ante el otro los que define el sentido de nuestra ser y de nuestro obrar. Este es el ideal, el camino al que tendemos.

Hay ladrones y bandidos cuyo único objetivo es el valor de la lana, de la leche y de la carne (la productividad). Triste es acabar siendo un pastor-bandido cuyo único interés sea la productividad del espíritu humano.

Jesús, con la imagen del Buen Pastor judío, cuida la realidad humana que tiene delante, capacita al ser humano para que no deje de mirar hacia delante en apuesta de perfección, pero se detiene en cada pasto, por parcial que sea, si la oveja encuentra dicha en tal lugar.

Es emocionante el versículo nueve cuando afirma: “Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” . Aquí la “versión original” nos da una pista que nos pasa desapercibida en las traducciones. “Pasto”, en griego se expresa con la palabra “nomé ”, muy parecida a la palabra “nomós”, que significa Ley. San Juan hace un "juego literario" que debió cabrear a los pastores-bandidos del momento.

Esta es la clave del texto; los pastores y bandidos, al fin y al cabo son para Jesús los escribas, fariseos y sacerdotes de su tiempo que aplican la Ley de modo inmisericorde. Por el contrario allí donde unos aplican la Ley, otro, Jesús, “da pasto”. Sencillamente emocionante.

Estos días que estoy leyendo la exhortación del Papa Francisco sobre la familia con cierto detenimiento, y suelo estar al tanto de los comentarios que van surgiendo en torno a ella, detecto en nuestra iglesia el mismo tipo de  “pastores-bandidos” que, en aras de la salvaguarda de la perfección, aplican la Ley con inmisericordia.  Menos mal que la exhortación nos invita a ser “buenos pastores” que dan pasto (comida-pan-eucaristía), más allá de la perfección moral  (la rentabilidad espiritual) de las ovejas.


Hoy, si yo fuera persona de oración, esta consistiría en “plegariarle” a nuestro Dios: “¡Líbrame de ser un pastor-bandido!, y menos en nombre tuyo y de tu iglesia”.

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