martes, 8 de marzo de 2016

MARTES DE LA SEMANA IV DE CUARESMA. EL EVANGELIO DEL 8 DE MARZO


EVANGELIO
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: - «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: -
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: - «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: - «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: - «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le preguntaron: - «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: - «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Juan   5, 5-16

COMENTARIO

Os sugiero que leáis el comentario del año pasado pulsando en la referencia de más abajo. La aclaración "técnica" del texto, decisiva para su interpretación, no la voy a repetir este año no sea que acabe pareciéndome, por "cansino" (en el buen sentido de la palabra) a la madre del hijo pródigo.

Partiendo, por tanto, de ese código el texto sugiere muchas posibilidades de significación y de sentido. Ciertamente el pobre hombre protagonista de la historia de hoy debía estar tremendamente agobiado. No es fácil vivir con la sensación de que tu estás postrado e impedido y que la vida (el "removimiento" del agua de la piscina) ocurre cada día delante de ti sin que tu te sientas protagonista de ella.


Por muy triste que parezca, las personas nos apegamos a nuestras "parálisis" convirtiéndonos en los principales responsables de nuestra inacción. "¿Qué hago?" -nos preguntamos en ocasiones. Al fin y al cabo esta es la versión postmoderna y adolescente del tullido del evangelio, que espera que la solución a su problema le venga de fuera ("Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua"). 

La respuesta de Jesús es clara: "Levántate y toma tu camilla". Levántate, tú. Es la enésima vez que Jesús intenta decir que hasta que una persona no es consciente de su autonomía (como don de Dios), siempre vivirá enfadado con todo y con todos. 

Es curioso caer en la cuenta de de que "el tullido" tiene excusas para todo y ante todos. Intenta convencer a Jesús de que todo lo que le rodea está en su contra. Creo que Jesús, con cierto aire "socarrón" viene a decirle que, efectivamente, puede ser, pero entonces en ese caso no le queda más remedio que levantarse, coger la camilla y caminar. Si todo lo tienes en contra, al menos, ponte tu a favor tuyo. Pero ¡claro! para eso hay que dejar de quejarse y tomarte en serio la vida.

El milagro, así visto, no lo es tanto, no es tan extraordinario, y la más asombroso, quizás también pueda darse hoy. Esto ocurre cuando vivimos con la determinación de salir de nuestras melodías quejicosas y de  nuestros discursos victimistas   y nos cansamos y gastamos viviendo, haciéndonos personas. Lo contrario acaba coviertiéndonos en monstruos acomplejados que, ni dan miedo, ni asustan ya.




                                                                                                                         

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