VIERNES DESPUÉS DE CENIZA. EL EVANGELIO DEL 12 DE FEBRERO

PRIMERA LECTURA
Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, ...Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste -dice el Señor-: Abrir las prisiones injustas,  dejar libres a los oprimidos, esclarecer todas las trampas, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propio egoísmo. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»

(Isaías   58, 1-9)

EVANGELIO

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»

Mateo   9, 14-15

COMENTARIO

La intensidad bíblica de estos días de cuaresma nos invita a no pasar por alto la primera lectura que nos ofrece la liturgia de hoy. El profeta Isaías, que parece que tiene que ser situado en torno al año 750 antes de Cristo, pone en boca de Dios unas palabras de tanto sentido común que sería una pena que nos pasaran inadvertidas.

Siempre me ha resultado incomoda la pregunta recurrente por el sentido que tiene en nuestros días la práctica del ayuno y de la abstinencia de carne en tiempo de cuaresma. Cuando intentas contestar a esas preguntas re-contextualizandolas, al final siempre hay alguien que te pide claridad y concisión y te espeta… “vale…bueno. ¿pero es pecado o no?”.

En fin… En cualquier caso la primera lectura de hoy de Isaías es una buena respuesta: traduciendo el texto de Isaías a nuestros cánones culturales yo me atrevería a decir que sí, efectivamente, hay que ayunar, y no hacerlo es pecado, grave además. 

Hay que ayunar de todo aquello que nos quita la libertad propia y hiere a la ajena; hay que ayunar de toda esa red de intereses personales que nos hacen inauténticos y nos incapacita para ser protagonistas del modo de vida que anuncia Jesús (el novio del evangelio); hay que ayunar de un proyecto vital personal que sea exponente de un modelo de sociedad no fraterno; hay que ayunar de una visión de la vida que ha hecho de “mis derechos”, el más duro inconveniente para defender “nuestros derechos”.

Visto así, el ayuno “canónico” no es más que un signo; y la abstinencia de comer carne, mucho más difícil de hacerla significativa en nuestra cultura.

Desde ese texto de Isaías hay que entender el evangelio de hoy. Yo me imagino a Jesús diciéndoles a los discípulos de Juan que quienes viven conforme él anuncia, no necesitan de “prácticas penitenciales normativas” puesto que han conseguido que toda su vida sea ayuno, puesto que han decidido “hacer el vacío” (ayunar) a todo lo que nos hace inhumanos para que, en palabras de Isaías, “nos brote la carne sana”

PD: Una apreciación un poco más técnica sobre el evangelio puedes encontrarla aquí: 
EL NOVIO, EL AYUNO Y EL VINO •••