jueves, 11 de febrero de 2016

JUEVES, DESPUÉS DE CENIZA. EL EVANGELIO DEL 11 DE FEBRERO


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»
Lucas   9, 22-25
Confieso que el texto de hoy es extremadamente complicado si queremos hacerlo vida. 

Porque… ¿quién no guarda su vida? Yo lo digo por mi…que me levanto cada mañana no sólo “guardando” sino “res-guardándome” de todo lo que me pueda alterar. Más aún, no entenderíamos a nadie que decidiera levantarse cada, mañana con el deseo de “perder” su vida. Lo veríamos como un alocado e irresponsable. Y probablemente, con razón.


Entonces… ¿este evangelio qué puede significar para mi? ¿Puedo vivirlo? ¿O sólo puede vivirse cristianamente si se acaba como Jesús en la cruz… con lo que la cruz significa? Por cierto, esta era la opinión del filósofo Nietzsche, quien afirmaba que él sólo “había conocido a un cristiano y éste murió en la cruz”; también es verdad que en esta cita el filósofo está ignorando buena parte de la historia de la Iglesia, dicho sea de paso.


Quizás para entender el texto de hoy habría que haberlo traducido mejor, o bien mirar el original griego. El original en texto griego de este evangelio utiliza la palabra "psyché" que es lo que nosotros traducimos por “vida”. Pero “psiché”, no quiere expresar la vida física o biológica, sino la vida psicológica, es decir, nuestra conciencia, nuestra personalidad.

El texto en el fondo está haciendo una crítica radical al “egoísmo” de todo tipo como contrario a la experiencia del evangelio de Jesús. El egoísmo económico (¡sálvese quien pueda y yo el primero!), el egoísmo cultural (mi verdad occidental y burguesa es mejor que la tuya), el egoísmo personal (¡qué te has creído tu, no sabes tu con quien te estas jugando los cuartos!), el egoísmo eclesiástico (“fuera de la Iglesia no hay salvación”)…. El egoísmo nos aleja de la perspectiva vital de Jesús de Nazaret.

La identidad de Jesús, es una identidad compartidaPerder tu vida es no convertirte en el centro de la escena, es huir de la fama y el glamour que te hace sentirte “admirado” cual nuevo presunto mesías que lógicamente nunca acabará en la cruz, porque lo más lógico que nunca des la cara y te “sirvas” permanentemente de los demás.

En el fondo “perder” la vida es renunciar a tu “yo”porque has descubierto una palabra más bonita y más arriesgada: el “nosotros”.  Otro tema distinto es que a veces manejamos muy bien el lenguaje del “nosotros” para hacer lo que en el fondo “me da a mi la gana”, valiéndome de artimañas manipuladoras varias. Pero eso es ya otro problema que generalmente comparta elementos enfermizos y un poquito neuróticos (y de todo hay en la viña del señor, nunca dicho en el mejor de los casos).

Por tanto, “perder” la vida para “ganarla” quizás sea optar por esta “identidad compartida” del “nosotros”, frente al “ego”, que nos permita, como decíamos en otro lugar dejarnos afectar por lo que ocurre –es decir, tener una sensibilidad limpia, no bloqueada, y vibrante- y desarrollar la capacidad de amar para poder reconocemos "uno con los demás".

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