En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: - «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: -«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"» Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: - «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»
Lucas 7, 19-23
COMENTARIO
…Ya
se que me vais a decir algunos que estoy obsesionado… pero no más o menos que
la Iglesia a la que pertenezco; lo digo porque voy a seguir hablando hoy de las
“Puertas Santas”… le estoy dando vueltas a esto desde el domingo y no acaba de
“encajar” el tema. Así somos los obsesos… maniáticos hasta que no damos con el
“quid”.
Resulta
que ayer estuve en Albacete y me he enterado de que algunos párrocos también
están abriendo “Puertas Santas” o “Trampillas Beatas” (lo digo por
distinguirlas de las “catedralicias”) en sus respectivas parroquias.
Desde
lo que yo se el documento papal que insta a tal ejercicio no contemplaba este
exceso de celo pastoral, puesto que, exceptuando algunos santuarios, las
parroquias no eran contempladas para ejercer tal “significación”.
Aquí
sí que hay una clara expresión del adagio
clerical “ser más papista que el papa”. Pero insisto, si se trata de abrir
puertas….¡genial!.... ¡cuántas más mejor! Eso sí, cuidado en no convertirlas,
como decía antes, en “trampillas beatas”, porque no dejarían de ser un aclara
expresión de otro adagio, en este
caso, popular, a saber “los mismos perros
de siempre, con distintos collares”.
Y
esto es lo que tienen las obsesiones, que cuando te da por pasar todo por el
mismo punto de vista no ves más allá. A mí me ha pasado cundo leía esta mañana
el evangelio de hoy. Jesús, en clara
expresión despechada, para que no quede dudas de que “va a por todas”, muestra
los signos de su identidad: “conmigo –pienso yo que diría- los
ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen,
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el
que no se escandalice de mí”. ¡Asombroso!
Este
Jesús también era de “abrir puertas”. Frente a la Ley Judía, que ciertamente las
cerraba a los ciegos, leprosos, sordos…, Jesús les diría "yo os abro las puertas
de vuestra ojos, ¡para que podáis ver!, de vuestros oídos ¡para que podáis
escuchar!, de vuestros poros ¡para que podáis sentir!, de vuestras fragilidades
¡para que sintáis mi fuerza!"
Lo
curioso de estas “puertas” es la “dirección de su apertura”. Me explico. La
“apertura” de la que habla Jesús es “de dentro afuera”, para poder salir. Todo
este ejército de des-graciados se encontraban recluidos y aislados en sus
mundos de marginación. Cuando Jesús abre sus puertas, les dice ¡salid de ahí!
La ley os encerró, yo os libero.
Curiosa
paradoja la de Jesús: “puertas para salir”, cuyo empuje se realiza desde dentro.
No estaría mal que también visibilizáramos este año este tipo de “puertas
santas” o “trampillas beatas” en tal dirección. Porque no le vendría mal a
nuestra iglesia “abrir la puerta desde dentro de nuestros templos hacia afuera”,
para salir, para comprender mejor el mundo que nos rodea, para aprender de el, para
dejarnos incluso evangelizarnos por el.
En
un ratico que he tenido esta mañana he leído el Plan Pastoral de la ConferenciaEpiscopal para los próximos cuatro años (2016-2020); me estoy haciendo mayor….
¡me ha gustado! Una de las palabras que más
se repite es esta: “revisar…. revisar… revisar” lo que estamos haciendo. La Iglesia
también esta necesitada de ver, de oír, de dejarse purificar…. No sería mala esta
dirección de tal Jubileo.
Y
ya, para colmo, se me ocurre un título cristológico, poco común, nada
tradicional, pero muy de hoy: Jesús, más allá de ser el Hijo de Dios, el Rey
del Universo, y el Salvador del mundo, en este año consentiría ser el “Gran
Cerrajero de la Iglesia” ¡Dios nos oiga, y la Iglesia lo consienta!
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