Un pashá cruzaba el mar en su barco cuando
se levantó una terrible tormenta. Uno de sus esclavos persas, quien nunca se
había alejado de tierra antes, empezó a llorar, gemir y gritar con tal terror
que nadie le podía consolar.
Al fin el pashá gritó enojado: “¿No hay
nadie a bordo que pueda callar a este cobarde?”
Un filósofo observó un momento al esclavo y
luego llamó a varios marineros.
“Tírenlo al agua”.
Así lo hicieron, y empezó a ahogarse,
agitándose desesperado, y sus gritos eran terribles de escuchar.
“Ahora recójanlo”, ordenó el filósofo.
El esclavo subió en silencio, sin llantos
ni gritos.
“¿Cómo explica usted esto?”
A lo cual contestó el hombre sabio:
“Antes de sentirse ahogar no podía apreciar
la hermosa seguridad del barco”.
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