miércoles, 26 de agosto de 2015

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXI. EL EVANGELIO DEL 26 DE AGOSTO


EVANGELIO
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»



Mateo  23, 27-32

COMENTARIO

Tercer día de "encaje" de la crítica jesuánica a la religión farisea. Si el primer día la caracterizamos como una religión falta de humanidad y el segundo como una experiencia de Dios falta de autenticidad, hoy podríamos resumir dicha crítica con una tercera frase: la religión farisea es una religión falta de memoria.

Digámoslo con palabras más directas; en ocasiones tenemos el delirio de pensar que el Mediterráneo existe sólo a partir del momento en que uno pudo bañarse en el. Y... eso, ciertamente, es un delirio. 

La falta de memoria, es decir, de gratitud con el pasado, nos coloca ante la vida (y ante la vida de fe) como si toda la historia (reciente o remota) hubiera sido un acto fallido, como si nadie hubiera acertado a comprender la fe o creer adecuadamente hasta que hemos llegado nosotros y hemos puesto la pica en Flandes.

De todo esto existen muchas versiones: versión seglar o laical que hace que condenemos como nefastas y caducas expresiones de fe que ciertamente sirvieron, en aquel contexto cultural, para mantener viva una llama de esperanza; también hay una versión sacerdotal de este delirio y que consiste en creer que cuando un sacerdote llega a una parroquia, con él se pone a cero la historia de esa parroquia.

Por eso conviene salir del delirio fariseo olfateando la "memoria passionis", la "memoria de la fe", de tantos hombres y mujeres que han dado sentido a su vida, entregándola,  desde la experiencia de su fe (respetable y personal) y desde sus contextos culturales (cambiantes y procesuales).

Es adolescente la fe que no respeta la memoria, es ciega y estéril la religión que no conoce la historia, y es cínica la persona que, en "plan freudiano", mata al padre para salvar su vida (..."si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas").

Yo no entiendo de cine pero recuerdo una película en torno al año 2000, Magnolia, cuyo director es P. Thomas Anderson que a mi escaso juicio es una obra de arte; pues bien hay un momento de la película donde se narran las historias de unas cuantas vidas entrecruzadas, en que alguien dice la siguiente frase:


"Podemos haber terminado con nuestro pasado, pero nuestro pasado no ha terminado con nosotros".

¡Cuánta razón lleva!

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