domingo, 26 de julio de 2015

EL EVANGELIO DEL DÍA 28 DE JULIO. SANTA MARTA


EVANGELIO
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el. servicio; hasta que se paró y dijo:
- «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó:
- «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
Lucas  10, 38-42
COMENTARIO

El "mito del servicio"; éste podría ser el título de este comentario. Hemos mitificado el servicio hasta el punto de des-natualizarlo. Sirve el monarca y sirve el barrendero; sirve el banquero y sirve el desahuciado. Y si todo es servicio, nada "sirve". Sirve el acomodado cuando hace "obras de caridad", y sirve el pobre que facilita que el acomodado haga "obras de caridad". ¡Cuánta gente conocemos que justifica su vida y sus opciones vitales gracias a que existen colectivos que necesitan de sus servicios! Reconozco que el servicio es una coartada muy utilizada, también en la Iglesia, para justificar, y en ocasiones redimir, nuestra presencia, nuestra influencia o nuestro pedigrí  en la sociedad.

A mi juicio, la clave no está en medir lo que sirves. Ni tampoco está en valorar lo que ganas cuando sirves. En este sentido el permanente y bienintencionado lema de Cáritas -cuanto más das, más tienes- creo que desvirtúa la propuesta del amor cristiano. La clave está en admitir lo que "pierdes" cuando sirves. Jesús, por amor, perdió su vida: y éste y no otro, es el paradigma del servicio. Sólo cuando eres consciente de lo que pierdes, creo que comienzas a caer en la cuenta del valor de tu servicio. Mientras tanto, el servicio es una estrategia más entre las múltiples inversiones que tiene tu vida.


Ya se que lo que acabo de decir es políticamente incorrecto, pero no encuentro otra manera de justificar el texto que nos propone hoy la liturgia de la palabra si no es desde ese presupuesto. Marta intenta redimir su vida en la incansable tarea de la hospitalidad, propia de la mentalidad judía. Pero ante Jesús, no le sirve la estrategia. Por eso, este evangelio resulta tan provocador para los oyentes de todos los tiempos. Quien más y quien menos, cuando escucha este texto, siente la razonable tentación de ponerse de parte de Marta y en contra de Jesús.


Sólo entendemos este texto si acertamos a identificar lo que "pierde" María; y efectivamente María "pierde" la buena reputación que le daría la práctica sagrada de la hospitalidad judía. El gesto de incumplir ese criterio legal, a todas luces contra corriente sitúa, paradójicamente, a María frente a los perdedores del sistema. Por eso, Jesús le dice que ha cogido la mejor parte. Sorprendentemente María se sitúa junto a publicanos y pecadores, al margen de la ley.


Quizás por eso, Benedicto XVI vinculó de un modo tan notable la "verdad" de tu vida, con el "ejercicio de la caridad", cuando afirmaba que "en la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida verdad y caridad se funden. La caridad sin verdad sería ciega; la verdad sin caridad es como un címbalo que tintinea".





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