EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»
COMENTARIO
Siempre me han llamado la atención los “textos de envío” que
aparecen en los evangelios. A “vista de pájaro” suelen ser iguales: una lista
de nombres relativamente conocida, unos consejos tales como “portaos bien”, “no
deis que hablar”, “no seáis cargantes” –casi, casi consejos de madre-.
Ahora bien, lo sorprendente de estos textos es la “hoja de
ruta”, la “geoestrategia” propia de estos textos. Y es sorprendente porque, si bien en otros
momentos Jesús es una “catacaldos” que camina de allá pará acá sin tiempo para
comer pisando territorio “amigo” (judíos) y territorio “enemigo” (pagano,
no-judío), en dos o tres momentos de los “textos de envío” aparece el Maestro
de Galilea restringiendo la misión estrictamente al mundo judío (“no vayáis a tierra de gentiles”), y además al mundo judío de “cierto nivel” (“ni entréis a ciudades de Samaría” –los
samaritanos eran judíos de “segunda” que nunca habían tenido que realizar
ningún éxodo, algo así como una “marca blanca” de judíos).
Esta preferencia de Jesús por los “suyos” que contraste con
aquel otro Jesús aperturista, en el fondo revela los conflictos de aquellas
primeras comunidades cristianas en formación, que no sabían muy bien por dónde tirar ni qué camino coger.
¿Qué aplicación tiene este texto al “hoy” de nuestra vida? Pues, a mi corto
entender, ninguna; hoy son otros los problemas que tenemos y los contextos en
los que vivimos. Ahora bien, a la luz del texto si que podemos encontrar pistas
que nos ayuden a encauzar nuestras “opciones evangelizadoras”. Me explico.
Imaginemos (ya se que es mucho imaginar) que Jesús pensara
así: “limpiemos nuestra propia casa primero (los judíos) y luego ya vayamos a
los paganos”. Si esto fuera así estaríamos ante un Jesús metódico que vendría a
pensar con mucho sentido común. Sentido común que yo creo que nos falta a los
“evangelizadores de hoy.
“Harta” ya un poco cuando en nuestras “estrategias” evangelizadoras
nos preocupan los llamados “alejados” de la fe. No he visto concepto más ambiguo
que este de “alejados”.
“Alejados” de la fe son los que tuvieron fe y se han
des-apuntado de ella; los que han nacido ya en situación de “lejanía
cultural” de la fe porque han crecido en
una sociedad donde se ha de-construido el cristianismo; los que consciente y manifiestamente
nada quieren saber de la fe cristiana… quizás se me escape alguna
caracterización más, pero escribo de memoria.
Yo veo muy bien las “estrategias” de evangelización para
toda esta gente. Me “maravilla”, incluso, cuando los “planes de pastoral
diocesanos” lo toman como objetivo “prioritario”.
Pero de la misma manera se
produce en mí una especie de “implosión” al caer en la cuenta de que a dichos
“alejados” los tenemos también, no ya en el atrio de las iglesias, o en las manifestaciones
a favor de una “sociedad laica”, sino que también están, y con mucha
frecuencia, en el primer escalón que da acceso al altar, e incluso, en
ocasiones, en el ambón donde se proclama la Palabra, e incluso, ante el obispo,
recibiendo el Crisma que confirma su fe.
Reconozco que entonces me vuelvo “muy judío”, como Jesús
(perdón por la comparación), y me cuestiono si lo que hacemos lo hacemos bien o
quizás tendríamos que re-hacerlo de otra manera. Y entonces me invade la duda: estos
“alejados” que tenemos “tan cerca” ¿no los hemos “fabricado” nosotros mismos”?
Si esto es así ¿qué fuste tiene nuestra
“máquina”? ¿No estamos –en ocasiones- favoreciendo el “mantenimiento” de
alejados o la “fabricación” de “los alejados del mañana”?
Si la hipótesis fuera cierta (que la verdad, a estas horas
de la mañana no lo se), el problema sería gordísimo, porque estaríamos hablando
de una Iglesia que –en parte- es ella la que se “ha alejado” del Maestro de
Galilea.
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