viernes, 10 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY, 10 DE JULIO


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Mateo  10, 16-23

COMENTARIO

El texto que leemos hoy está escrito para dar ánimos y fuerzas a las primeras comunidades cristianas, que han comenzado a sentir las persecuciones. La situación de los discípulos, en aquella sociedad convulsa de finales del siglo I en Palestina, fue como la de hombres indefensos frente a enemigos despiadados.

La imagen tradicional de la oveja se emplea aquí para expresar la situación peligrosa de los apóstoles, enviados sin defensa a actuar entre adversarios peligrosos: los judíos y el imperio romano. 
El lobo es el símbolo de los falsos profetas y de una realidad amenazadora, difícil de identificar.

En nuestro texto, se trata muy probablemente de los adversarios judíos, sobre todo fariseos. Pero también puede significar a aquellos grupos de cristianos que, desde el interior de las primeras comunidades, sembraban el desconcierto y pervertían el mensaje de Jesús. De todo hubo.

«Sed astutos como serpientes y sencillos como palomas». El texto no pide a los discípulos arrojo temerario ante los peligros. Las primeras comunidades tenían claro que no debían comportarse como un grupo de fanáticos dispuestos a inmolarse por la causa sin más ni más. Deben saber compaginar la sagacidad propia de las serpientes del desierto, con la sencillez de las palomas.

El texto, traído al hoy de nuestra vida, creo que invita a la comunidad creyente a poner en acción las dos actitudes básicas del ser humano: la inteligencia y el corazón. Como dijo aquel, lo que mejor define al ser humano es su “inteligencia sentiente”.

El “buenismo”, la permanente actitud de “ingenuidad”, la “resignación” elevada permanentemente a virtud… todo eso es “respetable” pero puede situar al “ser humano” en un conformismo próximo, en ocasiones, al “inmovilismo”. Y así, sin querer incluso, nos volvemos cómplices pasivos de escenarios sociales muy discutibles.

Necesitamos también de la sagacidad y de la astucia. Si no recuerdo mal, la palabra sagaz tiene una raíz latina que significa “tener buen olfato” o algo parecido. Me parece esta una buena imagen. La tarea de “dar sentido” a nuestra vida exige buscarle “la vuelta” a la vida; encontrar la “pista” adecuada que nos permita avanzar en una óptima  dirección, tener criterio y capacidad de juicio constructivo, asumiendo las responsabilidades que todo eso conlleva.

Colocar todo lo que nos pase en “la voluntad de Dios” puede ser signo de una “fe inquebrantable”, pero, en ocasiones, también puede expresar “por nuestra parte un conformismo cómodo y pereza sospechosa. Las frontera entre una cosa y otra es tan fina como irreconocible.








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