EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Mateo 5, 13-16
Que manera más bonita de intentar transmitir cómo ha de
estar un cristiano en medio de nuestra sociedad. Como sal, “dando gusto”; como
luz, “iluminando”. Es fácil identificar, a la contra, cuáles son las actitudes
que rompen la “identidad” cristiana: la “sosez” y la “ranciez”, por una parte y
la “permanente generación de tinieblas” por otra. (Disculpad lo de “sosez” y
“ranciez”, ya se que no existen, pero hasta la fecha el código penal no
considera delictivo la creación de palabras).
En cualquier caso Jesús parece querer expresar que allí
donde hay un cristiano debe notarse “para bien”. Y aquí ya podríamos empezar a
discutir porque, en ocasiones, estar siempre dando “para-bienes” puede resultar
mas falso que ”buda” (con respeto a “buda”); y al contrario, refugiarte en la
idea de que un signo de autenticidad y credibilidad es el “permanente
conflicto” en favor de la verdad, nos puede convertir en personas tan
inflexibles como estúpidas por no saber en qué mundo vivimos y cómo vive el
mundo.
Siento, por tanto, aguar la fiesta; pero es que este
evangelio, musicalmente es muy bonito, pero su aplicabilidad es complicada.
Cuando te encuentras con personas que en relación con la evangelización, con la
mejor intención del mundo, dicen esto de que “todo es más sencillo”,
ciertamente –insisto, sin dudar de la bondad de su motivación-, me da la
impresión de que no han “evangelizado mucho”, y si lo han hecho no han llegado
al “corazón” de las personas y a sus “heridas”.
Porque en ese lugar –el corazón- y en ese extremo –herido-,
las cosas no son blancas o negras; generalmente son desesperadamente grises, y
en ocasiones no sabes muy bien si hacer una caricia
(aunque sea un poquito in-auténtica) o soltar un venablo (aunque espante).
Por otra parte, siguiendo con la sal y la luz, es verdad que
estamos gente de todo tipo. Hay personas cuya identificación cristiana es más
afín a la “sal”, y así pasan por la vida, con cierto disimulo, pero sazonando.
Si “no están”, como la sal, se echan en falta; si “están”, como la sal, no se
nota.
Otros prefieren ser como la “luz”; siempre se les ve y
además iluminan. Tiene el peligro de “cegar”, pero como “referencia” son
envidiables. Es cuestión de elegir. Todo tiene su “pro” y su “contra”.
Hoy acabáis vosotros el comentario. Tú como te sientes ¿sal
o luz?
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