martes, 9 de junio de 2015

EL EVANGELIO DEL 9 DE JUNIO. MARTES DE LA SEMANA X


EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Mateo 5, 13-16
COMENTARIO


Que manera más bonita de intentar transmitir cómo ha de estar un cristiano en medio de nuestra sociedad. Como sal, “dando gusto”; como luz, “iluminando”. Es fácil identificar, a la contra, cuáles son las actitudes que rompen la “identidad” cristiana: la “sosez” y la “ranciez”, por una parte y la “permanente generación de tinieblas” por otra. (Disculpad lo de “sosez” y “ranciez”, ya se que no existen, pero hasta la fecha el código penal no considera delictivo la creación de palabras).

En cualquier caso Jesús parece querer expresar que allí donde hay un cristiano debe notarse “para bien”. Y aquí ya podríamos empezar a discutir porque, en ocasiones, estar siempre dando “para-bienes” puede resultar mas falso que ”buda” (con respeto a “buda”); y al contrario, refugiarte en la idea de que un signo de autenticidad y credibilidad es el “permanente conflicto” en favor de la verdad, nos puede convertir en personas tan inflexibles como estúpidas por no saber en qué mundo vivimos y cómo vive el mundo.

Siento, por tanto, aguar la fiesta; pero es que este evangelio, musicalmente es muy bonito, pero su aplicabilidad es complicada. Cuando te encuentras con personas que en relación con la evangelización, con la mejor intención del mundo, dicen esto de que “todo es más sencillo”, ciertamente –insisto, sin dudar de la bondad de su motivación-, me da la impresión de que no han “evangelizado mucho”, y si lo han hecho no han llegado al “corazón” de las personas y a sus “heridas”.

Porque en ese lugar –el corazón- y en ese extremo –herido-, las cosas no son blancas o negras; generalmente son desesperadamente grises, y en ocasiones no sabes muy bien si hacer una caricia (aunque sea un poquito in-auténtica) o soltar un venablo (aunque espante).

Por otra parte, siguiendo con la sal y la luz, es verdad que estamos gente de todo tipo. Hay personas cuya identificación cristiana es más afín a la “sal”, y así pasan por la vida, con cierto disimulo, pero sazonando. Si “no están”, como la sal, se echan en falta; si “están”, como la sal, no se nota.

Otros prefieren ser como la “luz”; siempre se les ve y además iluminan. Tiene el peligro de “cegar”, pero como “referencia” son envidiables. Es cuestión de elegir. Todo tiene su “pro” y su “contra”.

Hoy acabáis vosotros el comentario. Tú como te sientes ¿sal o luz?










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