Había una isla en la que habitaban todos los
sentimientos, la alegría que andaba de la mano de la tristeza, el egoísmo que
siempre estaba solo, la esperanza, el amor y muchos otros.
Un día vino la desesperación anunciando que
estaban en peligro pues la isla se estaba hundiendo y que debían abandonarla
inmediatamente.
Todos los sentimientos se dispusieron a
abandonarla y prepararon sus embarcaciones para poder partir inmediatamente.
Solo el amor que siempre andaba en las nubes, no tenia embarcación en que
subirse y además quería permanecer un poco más en esa isla a la que tanto
amaba y no se resignaba a que desapareciera.
Efectivamente la isla comenzó a inundarse
inmediatamente y el amor que ya tenia el agua hasta el cuello sintiendo que muy
pronto se ahogaría, empezó a gritar pidiendo ayuda.
El amor vio pasar cerca a la riqueza en un
hermoso y lujosos yate y le suplicó
- Por favor riqueza ayúdame que me estoy
ahogando
La riqueza toda arrogante le respondió
-No puedo, lo siento pero aquí hay demasiado
oro, plata y riquezas que no me queda sitio para ti.
El amor vio entonces pasar a la vanidad y le pidió
-Vanidad por favor ayúdame que estoy en peligrO
- Imposible amor, tú estas muy mojado y
podrías arruinar la belleza de mi barco
nuevo, lo siento.
Pasaron luego juntas la soberbia y la prepotencia a quienes el amor también pidió ayuda y estos respondieron
- Quítate de nuestro camino o te pasamos por encima con nuestro barco.
Dio unas brazadas para alcanzar al barco de la indiferencia, pero esta pasó a su
lado sin siquiera mirarlo y haciendo como que el
amor no existiese.
Haciendo un gran esfuerzo, el amor se acerco al yate del orgullo y le dijo – Por
favor orgullo ayúdame que ya no puedo más.
El orgullo regresó a ver al amor con una mirada despectiva y sin decirle nada
acelero su embarcación, levantando una inmensa
ola que casi le ahoga.
Entonces el amor desconsolado pidió ayuda a la tristeza que pasaba ese
momento por ahí
– Tristeza, por favor me puede dar un sitio en
tu barco?
- Ay amor tú sabes que la soledad es mi única
compañera, lo siento pero prefiero
seguir así.
Paso luego la alegría, pero como estaba jugueteando alegremente ni siquiera
escucho el pedido de ayuda que le hacia el amor.
Desesperado el amor y sintiendo que para él ya todo estaba perdido, pues sentía
que ya no tenia fuerzas para mantenerse en el
agua, se puso a llorar y a esperar su muerte.
Fue entonces cuando de pronto escucho una voz
que le decía:
- Ven amor, toma mi mano, yo te llevo.
El amor regresó a ver y miró a un anciano que con una sonrisa le extendía la
mano y le ayudaba a subir a su vieja
embarcación. El amor estaba tan feliz que hasta se olvido de preguntar el
nombre de aquel anciano que le había salvado y le había conducido hasta la
tierra de la sabiduría.
Una vez a salvo, el amor le pregunto a la
sabiduría.
- Podrías decirme tú que todo lo sabes, quien
era ese anciano que salvo mi vida y me trajo hasta aquí?
- Era el tiempo – respondió la sabiduría
- ¿El tiempo? Pero ¿por qué el tiempo me
querría ayudar?
Y la sabiduría le respondió con ternura
- Porque solo el tiempo es capaz de poder ayudar
y entender a un gran amor.
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