sábado, 9 de mayo de 2015

SALVEMOS LA PASCUA. EN COLABORACIÓN CON LA CADENA COPE


Por acabar la trilogía vamos a titular este breve comentario: salvemos la Pascua. Los que somos amantes de las simetrías, salvadas la Cuaresma y la Semana Santa no se puede quedar cojo el itinerario litúrgico.

La Pascua es mareante, ¿recuerdan las primeras semanas? El diálogo entre Jesús y sus discípulos, y en este caso con las “mujeres de la pascua”, también con sus discípulas, aparte de muchos sesudos elementos más, no dejaba de ser una expresión de “¿a quién le toca tocar ahora?”. ¿Recuerdan? Magdalena quería tocar a Jesús, y Él no le deja, Tomás si no toca no cree; los de Emaús, cuando pretenden verlo bien, siente que se les ha ido, y para colmo de confusión, a la orilla del mar de Galilea, Jesús, en un alarde de “¿qué más queréis!”, Él mismo dice ¡“palpadme hijos míos”!

En resumen, el Jesús pascual es una permanente tensión de éxtasis y vértigo. Éxtasis porque más cerca de lo divino no se puede estar, vértigo, porque nunca llegan a “atraparlo”, siempre se les va. Esa, por otra parte, es la tensión de la fe.

Pero no quería yo dar esta semana una lección de Biblia; doctores tiene la Iglesia. Y muy buenos además. Sólo quería decir que salvamos la Pascua cuando reconocemos que la identidad del Resucitado es una identidad compartida. Es como si la “personalidad de Jesús Resucitado” estuviera hecha de “lo que él es” y de “lo que nosotros estamos llamados a hacer”.

Por eso Jesús se empeña en dejarnos tarea: “Id y proclamad”, “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo?”, “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis”. La Pascua es “don” pero también “tarea”.

Pues tarea tenemos. De momento, por delante unas elecciones “muy pascuales”, porque dan “éxtasis” y “vértigo”. Éxtasis porque uno se queda mitad “alucinado” mitad “atolondrado” cuando cada día conecta la tele y escucha. Vértigo porque me da la sensación de que no nos dejan ya votar “ideas”, entre otras cosas, porque no hay, hoy hay pocas, o no las dicen. Votas a fulanico o a menganico, hombres y mujeres, que más que personas son “personismos”, es decir figuras estelares que aparentemente lo llenan todo por un instante, pero no dejan nada, cuando se van.

Hoy estamos ya de campaña, quizás sería bueno que nuestros políticos dejaran de ser mesías fugaces y se convirtieran en hombres y mujeres de pascua, es decir personas que ofrecieran un proyecto cierto y una tarea compartida. Esto si que sería democracia y no una versión más del “despotismo post-ilustrado”.



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