lunes, 4 de mayo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY, LUNES 4 DE MAYO.



EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»
Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»
Juan   14, 21-26

COMENTARIO

Tengo la sensación de que el evangelio que leemos hoy es un “verso suelto” en este cada vez más largo itinerario pascual que nos propone el evangelista Juan. Aparece ya la promesa del Espíritu Santo (el Defensor) –válgame que nombre para los que no somos muy de leyes-; pero de este tema no hablamos, ya vendrá el Espíritu con Pentecostés dentro de unos días….coincidiendo con las elecciones… -válgame coincidencia-.

Ahora bien, aparece hoy de rondón esta tal Judas Tadeo , o el de Santiago, en cualquier caso no el Iscariote, que hace una afirmación que, a mi corto juicio, es muy determinante porque considero que se pertenece a la “estructura de la experiencia de fe”.

Le pregunta Judas a Jesús: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?».  Y le contesta Jesús: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras».

Es decir, que hay gente a la que “no se revela Jesús”. ¡Curioso! Me pregunto yo: ¿y qué han hecho esos “tales” para no tener esta experiencia? Podríamos contestar al estilo clásico afirmando que Dios se revela a los que quiere. ¡Vale! Como formulación teórica no está mal, pero creo que esta respuesta no convencería ni al propio Dios. Esto de que Dios da la “gracia” a los que quiere, es decir, a los que “les caen en gracia a Él” y a los que no…no pues….al final se convertiría en una fábrica de ateos y con razón.

En el fondo de esta manera de pensar anidan las expresiones que ya sabéis que me dan “mucha rabia”: “si dios quiere…si dios quisiera…. No quiera dios que…”. En este caso, dios sería la “causa” tanto de la “gracia” como de la “des-gracia” y eso “como que no”.

Menos mal que Jesús se encarga de des-hacer el entuerto de Judas, apóstol que por otra parte ha dado mucho juego a buenas parte del desarrollo de supersticiones de matriz cristiana (novenas a Judas Tadeo….). Bueno, a lo nuestro, que si no me vais a decir que hago muchos “prólogos”.

La contestación de Jesús es clara: “me revelo a quien me ama y a quien guarda mi palabra”, es decir a quien “le intereso”. O dicho con las palabras de un genio menor –menor que Jesús, entiéndase-: “la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando” (Pablo Picasso). De ahí que yo sospeche de todos los “iluminados” de la historia o de todos los “van de iluminados” por la vida, o de los “resultones espiritualoides” de turno.

Dios se revela a todos, siempre y lo más que puede, pero no todos estamos, en ocasiones, en su onda, bien por un problema de sensibilidad, o bien por un problema de convicción.

Efectivamente, la experiencia de la fe necesita de unos mínimos (o máximos) de sensibilidad en la vida. Por sensibilidad entiendo tener abiertas las puertas de la ternura y de la misericordia. Allí donde no hay ternura, delicadeza y misericordia es muy difícil que “prenda” la experiencia de Dios, o que se “capte” la densidad divina de la historia. El ser humano es capaz de la más tierna acogida pero también de la más deleznable indiferencia, porque así estamos hechos; y en esa tensión puede “encajar” o no la experiencia de Dios. Poncio Pilato, por ejemplo, no era mala persona, pero su indiferencia y su cinismo revelan cómo la condición humana, sin llegar a ser “perversa” puede ser, efectivamente, deleznable.

Por eso mismo, cuenta la tradición cristiana, que por más que hubiera querido Jesús resucitado, aparecerse a Pilato, él no le habría visto, más que nada porque nunca tuvo la mirada afinada para dicha presencia.

Aunque el motivo de no estar en la onda también puede ser por razones de “convicción”, es decir por el hecho de que no despierte nuestro “interés” el proyecto de vida de Jesús. No es fácil “tragar” con la “ética de máximos” por la que apuesta Jesús en muchos ámbitos de la vida: “perdonar setenta veces siete”, “dadles vosotros de comer”, “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”…. Es que, ciertamente…es complicado.

Ya se va aclarando un poquito este tiempo de Pascua. A mí me da la sensación de que esto de las “apariciones” del resucitado tiene que ver mucho con la “percepción de su revelación”, que al fin y al cabo no es ni mas ni menos que la “firme y gozosa” posibilidad de poder “guardar” su palabra, es decir, vivir cómo el vivió.   La que nos ha liado Judas Tadeo con su pregunta.

Si os interesa la historia del Judas Tadeo y el “mandylion”, preguntádmelo, ya no quiero alargarme más hoy, más que nada porque a los que estamos en Hellín aún nos dura el puente.









No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.