Un niño pequeño
estaba tratando de mover una maceta con flores que quería llevarla al jardín,
pero como estaba muy pesada, el pequeño realizaba un esfuerzo que estaba más
allá de sus pequeñas energías, y por más que sudaba y se esforzaba, no
conseguía mover la pesada maceta ni un solo centímetro.
El padre que estaba
observando atentamente el esfuerzo que realizaba su hijo, le miró con ternura y
le preguntó.
- ¿Déjalo hijito,
para hacer lo que te has propuesto, ya has empleado todas tus fuerzas?
- Si papá he empleado
todas mis fuerzas, pero siento que no puedo hacerlo.
- No querido hijo mío
–le respondió el padre- no has empleado todas tus fuerza,
pues aún no me has
pedido ayuda. Entiende que no siempre
todas nuestras fuerzas están en nosotros mismos, sino que nuestra mayor fuerza
está también en los demás y en la ayuda que podemos recibir de los otros.
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