EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Juan, el Bautista:
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Juan 3, 31-36
COMENTARIO
¡Ojo, hoy el que habla es Juan el
Bautista!
Lo advierto porque es un discurso
extraño. Bueno, me explico mejor. El “Juan el Bautista” de los otros
evangelios daba la sensación de estar un poco más “asilvestrado” y de comenzar
a hablar recién salido de una cueva retirada del mundo. El “Juan el Bautista”
que aparece en el evangelio de San Juan (evangelista) parece que se ha puesto
traje y corbata y se dispone a “disertar” sobre “lo alto”.
Podríamos preguntarnos: ¿es que nos
engañan los evangelistas?. No, claro ¡cómo nos van a engañar!. Lo que pasa es
que entre los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas y el evangelio de San Juan,
incluso puede haber cien años de diferencia (un siglo); y fijaos si “puede
haber llovido” entre un tiempo y otro.
Cuando San Juan Evangelista pone en boca
de Juan el Bautista estas palabras, éste ya estaba muerto, bien muerto y
enterrado; y quizás se permita unas cuantas “licencias” gramaticales y
estéticas. De igual modo que el “exquisito” Bautista de hoy poco o nada tiene
que ver con el “salvaje” que se alimentaba de saltamontes de los otros
evangelios (sinópticos), probablemente sus palabras estén un poquito
des-contextualizadas.
El interés que tiene el texto en esta
segunda semana de Pascua es su valor testimonial. Hemos estado tres días con el
testimonio de Nicodemo, y hoy la iglesia nos propone el testimonio de Juan. A
estas alturas del la Iglesia, mediados del siglo II, la comunidad creyente
tenía superada la pugna que pudo haber entre los partidarios de Juan el
Bautista y de Jesús de Nazaret. Hasta el punto de poner en boca del Bautista la
frase con la que acaba el evangelio de hoy: “el
que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre
él”. Perdonar esta pequeña deriva
“técnica” de hoy, pero es que si no el texto se nos cierra y no hay manera.
Me pongo ahora en “modo homilía”. En el
fondo, el “testimonio” del Bautista contiene unos elementos que, conforme está
el “patio” hoy, creo que nos son muy útiles. Tal y como yo lo entiendo es como si el Bautista dijera
a los suyos en “tiempo de conflicto y enfrentamiento”: “tened miras altas”, “sabed estar, en
ocasiones, un poquito por encima de las cosas”. “El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es
de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de
todos”.
Son muchos los momentos
en los que te apetece “ponerte en el nivel de la tierra” y ajustar las cuentas
con la “historia”. Cuando te pasa eso “milimetras tu vida” y donde observas que
la “gráfica” se te sale de plano ¡ zas, a ajustar cuentas ! Pero no. En ocasiones,
hay que estar por encima porque estamos llamados a elevar el nivel de la
bondad, del perdón, de la justicia, de…
Yo
me imagino que en muchos momentos el Bautista pensaría que este Jesús le
“estaba ganando la partida”; que el que “venía detrás de él” le estaba
adelantando por la derecha, por la izquierda y si se descuida “con pértiga”.
Pero el Bautista (no tanto sus seguidores) supo “ponerse en su sitio” y no
confundir “competencia” con “competitividad”. La competencia nos hace crecer,
la competitividad nos destruye. La “competitividad” hace que nos miremos a los
ojos para enfrentarnos, con disimulo, eso sí. La competencia educa nuestra
mirada para mirar “hacia el mismo lugar”; si ese lugar es “lo alto, lo noble,
lo óptimo, lo divino”: objetivo cumplido.
¡Qué
dos semanas más estresantes llevamos!. ¡Todos somos Tomás, todos somos
Nicodemo; todos somos el Bautista!
PD:Otro comentario más técnico sobre el mismo texto desde otra perspectiva puedes encontrarlo aquí. Año 2012, ¡cómo pasa el tiempo por Dios!
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