En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito
de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la
fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar
al días siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos
árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue
escasamente la mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento
golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados
fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven
leñador, le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
-Realmente, no he tenido tiempo... He estado
demasiado ocupado cortando árboles...
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