viernes, 27 de marzo de 2015

SALVEMOS LA SEMANA SANTA



No se si es casualidad pero tengo la sensación de estar jugando a lo de “de oca a oca y tipo porque me toca”, puesto que del “¡salvemos la cuaresma!” del mes pasado pasamos al “¡salvemos la Semana Santa!”, que es el comentario que me surge esta mañana.

Podrán decirme, ¿es qué está en peligro la Semana Santa? Yo creo que no, pero tendremos que ponernos las pilas un poquito ente todos no sea que obsesionados por descubrir enemigos de fuera no caigamos en la cuenta de los parásitos de interior que siempre son una amenaza para la fe. Por eso no, …no está en peligro la Semana Santa, pero nunca será excesiva una mirada lúcida sobre nuestras moradas interiores capaz de descubrir los fantasmas que las habitan.

Hablando de fantasmas, me quiero referir a dos de ellos que no nos pueden pasar desapercibidos:

El primero: tendremos que tener cuidado durante estos días para no convertir la imaginería en idolatría. Ya se que es lo de todos los años, pero es que todos los años pasa lo mismo. El imaginero, antes de crear reza, y después de rezar crea, y lo creado s fruto de su oración. ¡Eso dicen todos, vamos! Pues lo mismo nosotros, recemos antes de mirarlas no sea que nos pase lo que al del cuento cuando afirma eso de que cuando el sabio señala la luna , el necio mira el dedo. Porque sería intolerable que luciendo un trasnochado y atesorado brillo exterior, en nuestras imágenes desapareciera la densidad divina a la que se refieren.

El segundo fantasma: cuidado con que el culto de estos días no se convierta en teatro.  Porque el culto cristiano de estos días no es una mero recuerdo u obituario del Jesús de Nazaret; es, más bien, una mezcla de memoria y anhelo que nos permite, no re-vivir, sino vivir hoy la pasión de Cristo en la pasión del mundo, y la resurrección de Cristo en la esperanza del mundo. La puesta en escena litúrgica del “lavatorio de pies” en Jueves Santo, no puede convertirse en un olvido de la consigna pro-vocativa de Jesús: “lo mismo que yo he hecho, hacedlo también vosotros entre vosotros.

Queridos amigos y oyentes ¡salvemos la Semana Santa!, pero no de los dinamismos secularizantes que en ocasiones nos asustan sin motivo y sin razón, no…, salvemos a la semana santa de nuestra propia mediocridad, ésa que nos sorprende vistiéndonos durante estos días con ropajes y actitudes que no nos son propios y que, incluso, nos pueden convertir en creyentes ridículos, mientras que contemplamos y oramos al propio Cristo siendo despojado de sus más elementales vestiduras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión.