EVANGELIO
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Juan 7, 10-30
COMENTARIO
No me digan que no resulta provocador el
evangelio de hoy. Debió ser un espectáculo tan digno de ver como el eclipse de
hoy. Por cierto que, entre el viento y la oscuridad, parece que al mundo le
quedaban dos telediarios … Pues eso, la gente de los entornos del templo del
Jerusalén opinando sobre Jesús y Jesús, desde dentro, gritando a los de fuera: un autentico
espectáculo propio de un loco …Estoy convencido de que uno de los más fieles
títulos cristológicos de Jesús, a parte de los tradicionales Señor, Cristo,
Mesías…., es el de “gran provocador”. Jesús fue un auténtico pro-vocador.
Pero realmente qué nos estamos “jugando”
en el evangelio de hoy. Dos cosas, una secundaria y otra principal. La secundaria:
¿qué pintaba Jesús en Jerusalén? Pero si en Galilea estaba bien, era más o
menos aceptado, ¿a qué vas allí?. A las Fiesta de las Tiendas (podéis ver aquí, que es eso) evidentemente; pero también a “cumplir su misión”. Jesús no se
amilana, para él la religión no es (sólo) “serenidad del alma” y “sosiego del
espíritu”; para él la religión es conflicto y transformación. Podemos estar de acuerdo
o no, incluso podemos dialogar en torno a la conveniencia o no de mantener esos
perfiles religiosos en la actualidad. Pero Jesús no “espiritualizó” la
religión, más bien la “politizó”. Para eso sube a Jerusalén.Combate a la Ley y al Templo, y no hay
mayores instituciones políticas en aquel tiempo que esas.
Pero lo más importante del texto de hoy
es el debate sobre la “denominación de origen” de Jesús. Efectivamente, el gran
problema para los judíos es que Jesús “no tenía nivel”, era tan normal, tan de
casa, tan como nosotros, que no, que la salvación-liberación-sentido vital, para
los judíos, habría de venir de ámbitos un poquito más exóticos.
Traigamos ahora el texto a nuestro
contexto. Lo tenemos crudo. Hoy hay que tener mucho cuidado con la "politización”
de la religión. Para muchos neo-modernos la religión está bien mientras está sacramentalmente “controlada”
en el sagrario y sus opiniones se debaten sólo en las "sacristías". Al menos eso
es lo que nos dicen los teóricos de la sociología más “liberal”.
Que la religión sea una dimensión más de
la vida y una visión de la vida “entre otras”, yo no lo discuto; pero que la
religión tiene una función social y unas exigencias éticas que toman “cuerpo
social”, evidentemente también es verdad. Una religión que deviene en intimismo
sería como un “te quiero” que nunca se dice. Una pena.
Y finamente, ya en el siglo XXI
deberíamos haber aprendido que nadie tiene el patrimonio de lo divino. Dios
“habla” (por decirlo de alguna manera), pero su gramática es tan plural que la
mejor manera de no perderse nada es “estar atento a todo”, abrir la mirada y
ensanchar el corazón y que nada nada nada
se quede sin “ser percibido”. En la percepción de la huella de lo divino que
hay en cada ser humano, está el futuro de la religión.
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