EVANGELIO
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Marcos 1, 440-45
COMENTARIO
Hay todo un itinerario transformador en
el texto de hoy que caracteriza a todo el “modo de hacer” de Jesús. Podríamos
resumirlo en el siguiente camino: escucha,
decisión y asunción de responsabilidades.
La escucha
es fundamental; o mejor dicho, la escucha alternativa
es fundamental. El “sistema” judío, como todos los sistemas, tenía
perfectamente tipificado su respuesta a las disfunciones del sistema. En
relación con la lepra estaba claro todo lo que había que hacer (podéis verlo en
el capítulo 13 del libro del Levítico). Pero Jesús rompe el sistema, escuchando de un modo alternativo. Para él, ese leproso no era
“uno mas” sino “uno que se le acerca a él en ese preciso momento”. Y Jesús no lo deriva a los “mecanismos” del sistema.
Lo escucha. Y su escucha mejora (o cuestiona) el sistema.
La decisión
es determinante: “si quieres puedes limpiarme… Quiero, queda limpio”. ¿Acaso cabe otra respuesta de Jesús? ¿Acaso
nos imaginamos una respuesta en los siguientes términos?: “pues mira no… no
quiero…acostúmbrate a vivir así…algo habrás hecho para estar así…” Nos resulta
hasta blasfemo.
De ahí mi manía por no utilizar ciertas coletillas del lenguaje que cada vez la
empleamos menos y que ojalá llegue el día que las desterremos de nuestros diálogos;
me refiero al famoso “si dios quiere” o al más cínico aún “si dios quisiera”.
Pero hombre ¡cómo no va a querer Dios! Gracias a la secularización esos
reductos de lenguaje, tan hiriente para la religión y una imagen sana de Dios, poco a poco van desapareciendo
de nuestra hablar, aunque tristemente
persisten en espacios eclesiales.
Y finalmente, asunción de responsabilidades. O dicho con otras palabras, “ve y
que se enteren los sacerdotes de lo que ha pasado”. Te has curado “al margen
del sistema”. El sistema no tiene respuestas para todo y hay que inventar y ser
capaz de conducta alternativa, siempre que está en juego la felicidad y la
salud de las personas. Me imagino la actitud de los sacerdotes, viendo en aquel
leproso un manifestación diabólica porque se había pasado por alto la ortodoxia
judía de la Torá (la Ley de dios). Episodios como estos desde el comienzo del
evangelio de Marcos nos permiten ir comprendiendo cuál fue la razón de la
muerte en cruz de Jesús.
Sería bueno que hoy, los que nos dedicamos
a la evangelización, nos preguntáramos las veces que “tiramos de manual” y
damos respuestas del “sistema” (prefabricadas), olvidando las heridas desde las
que nos hablan las personas y la importancia, también para la evangelización y
la credibilidad de la fe, de nuestra decisión personalizada y alternativa.
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