sábado, 6 de diciembre de 2014

JUAN BAUTISTA, "PERSONAJE DE ADVIENTO" (I)


El evangelio de este domingo nos presenta la figura de Juan el Bautista. Aparece vestido al modo de los profetas del Antiguo Testamento. Los estudiosos de la Biblia deducen que Juan Bautista, hijo de Isabel y Zacarías, pertenecía a la familia sacerdotal de Abías; linaje que tuvo un papel importante por su oposición a los gobernantes griegos que querían destruir la religión judía.

Los antepasados de Juan Bautista rechazaron las influencias griegas que amenazaban con pervertir la fe de Israel. Desde aquel momento perdieron relevancia y vivían en la montaña de Judá, cerca de la ciudad de Jerusalén, pero apartados del poder y la ascendencia política.

Juan Bautista debió ingresar, a la edad de los cinco o seis años, en alguna comunidad de eremitas del desierto para prepararse a ser «nazir» (Lc 1,15). Este calificativo quiere decir que no se cortaría nunca el pelo, que no probaría bebida alcohólica alguna, que viviría en castidad y que se dedicaría a la oración en el desierto, como un eremita... (Actualmente se muestran a los turistas las cuevas en las que habitaron estos eremitas del desierto de Judá, al sur de Israel, cerca de Jericó )

Cuando Juan se hizo mayor anunció el Reino de Dios con palabras y expresiones fuertes. Y tuvo un grupo importante de seguidores, entre los cuales hay que contar a Jesús de Nazareth. Se puede afirmar que Jesús de Nazareth se formó siguiendo a Juan Bautista. De sus manos recibió el signo del Bautismo; gesto de sumisión que indica que Jesús aceptó la doctrina de Juan Bautista.

Juan el Bautista se atrevió a echar en cara la mala conducta del rey Herodes Antipas. (Herodes Antipas: uno de los hijos de aquel Herodes el Grande bajo cuyo reinado nació Jesús de Nazareth) El evangelio nos dice que Jesús y Juan eran primos. Pero del análisis de los textos y las expresiones del evangelio sólo podemos deducir que Jesús fue discípulo de Juan, el profeta que anunciaba la llegada inminente del Reino de Dios y enseñaba a sus discípulos una forma nueva y libre de vivir. Emparentar a Juan Bautista con Jesús significa que los primeros cristianos reconocían las raíces judías de su fe, aunque con profundas novedades.

Prepararnos para celebrar el nacimiento de Jesús no es simplemente la ocasión de unos días llenos de ternura familiar e infantil. El adusto profeta del desierto nos recuerda que ser cristiano nos compromete para hacer realidad los sueños de paz y de justicia.

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