En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
Mateo 8, 5-11
COMENTARIO
He de deciros que San Lucas me ha dejado resacoso "bíblicamente hablando". La tensión (violencia) del final de su evangelio, contrasta con el "parsimonioso" y soso Mateo que empezamos hoy. Paciencia.
Con la fe puede
pasarnos como con la cebolla, que buscándola tanto, desaparezca y sus restos en
nada se parezcan a lo que deseábamos. Hay cosas que no tiene “centro”: o son o
no lo son. Preguntarse por el “sentido de la fe” es tan tortuoso como
cuestionarse el sentido que tiene dar un beso antes de darlo. No digo yo que no
pueda pensarse, pero acabas antes dándolo, te apasionas o te desengañas y
punto. Luego ya teorizas todo lo que quieras. Pero ciertos aspectos de la vida
requieren de una práctica previa a la teoría. La fe, como el beso, primero se
siente, se experimenta, y luego se piensa. Lo contrario nos convierte en
filósofos de gabinete a quienes lo que menos les interesa es la vida que tienen
delante.
En el evangelio
de hoy, el diálogo es corto y claro. No hay raciocinio; simplemente petición y
respuesta, conciencia de los límites y decisión. El centurión sabe que no es
judío, de ahí la conciencia de su indignidad, pero tal indignidad no es
dificultad para la sanación de uno de los suyos. Más allá de las periferias
doctrinales entre judíos o gentiles, creyentes o agnósticos, progresistas o
conservadores, el centurión se sabe necesitado y encuentra en Jesús alguien que
le puede ayudar. ¿Por qué? Quizás porque Jesús se había hecho de fiar más allá
de los credos y ortodoxias de turno. Y es que al final lo que importa es la
vida, no la doctrina (Primum vivere,
deinde philosophari - Primero
vivir y luego filosofar).
La experiencia de la fe originariamente
se nutre de algo tan sencillo como encajar y encajarte en la vida. De ahí la
palabra central de esta primera semana de adviento; mirad, vigilad, estad
atentos, que no te pasa nada desapercibido. La fe, como actitud, requiere de
atención, decisión y pasión.
Es verdad, hay dos maneras
de estar atentos a la realidad, como buitres carroñeros, para aprovecharse de
las vidas frágiles y rematarlas, o como niños que todo lo miran y todo lo tocan
cuando comienzan a conocer su entorno y a situarse en el.
Por eso, una pregunta para
hoy:
¿Cuáles son las actitudes que definen mi atención a la realidad: las del buitre o las del niño?
Os sugiero también hoy el comentario más técnico de Jose María Castillo donde la fe aparece como un valor, y la religión como una "estructura" de liberación . Podéis leerlo aquí.Y también pulsando en este punto rojo de más abajo.
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