El sentido
fundamental del texto tal vez no sea la “purificación” del Templo, como afirman
muchos autores, sino la “sustitución” del Templo. Jesús sustituye un Templo-Mercado,
por otro Templo que es su propio cuerpo. El texto tiene como referencia
histórica el Templo de Jerusalén que conoció Jesús: un magnífico edificio
reconstruido por el rey Herodes el Grande y del cual vivían alrededor de unas
20.000 personas.
Jesús rechaza el
templo por ser un mercado. En los sinópticos se rechaza por ser una cueva de
bandidos. Pero, más allá del sentido literal-histórico del texto, tenemos aquí
el sentido teológico. En la concepción religiosa de Jesús y los primeros
cristianos, el templo deja de existir como edificio sagrado en el que se
percibe la presencia de Dios. El lugar de la presencia de Dios pasará a ser la
asamblea de los cristianos; «un edificio formado por personas, por «piedras
vivas».
Los cristianos del
primer siglo no disponían de templos. Se reunía por las casas o en sitios
comunitarios como los cementerios (catacumbas). El templo ya no es un edificio
sagrado, sino la comunidad, cuerpo de Cristo. Con este gesto Jesús se sitúa en
la línea de los profetas.
La mayoría de los
profetas rechazan tanto la monarquía davídica y el templo de Salomón, como
obras contrarias a la voluntad de Dios. Todo templo termina convirtiéndose en
mercado. (Hoy en día se ha constituido en Templo a la economía de mercado;
sobre su altar se sacrifican a diario a los pobres y excluidos)
A partir del siglo
IV, con Constantino y el nacimiento del imperio cristiano, resurge otra vez el
templo. Esto traiciona profundamente el sentido cristiano del templo. La función
del “templo” (más “casa de la comunidad” que santuario) es únicamente permitir
la reunión de la asamblea cristiana.
El templo,
entendido como espacio religioso donde se manifiesta la divinidad, es un
concepto propio de las antiguas religiones de perfil pagano. Jesús sustituyó el
edificio-templo por su propio cuerpo, y luego por su comunidad.
Los profetas del Antiguo Testamento levantaron su
voz para proclamar que a Dios no le convencen tanto los ritos religiosos
celebrados en el Templo cuanto la práctica de la misericordia y el perdón, el
atender a los huérfanos y a las viudas, el practicar la justicia y el
derecho...
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