En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»
Lucas 21, 5-11
COMENTARIO
Da la sensación de que lo extraño, desde
el punto de vista histórico, es el largo periodo de estabilidad de la fe al que
llamamos “cristiandad”. Cuando nos referimos a él lo hacemos con la nostalgia
de lo perdido. No pocos analistas de la religión consideran que ese periodo
“tan floreciente” de la gran iglesia fue una ilusión. Sin ánimo de comparar,
igual que llevamos unos seis años afirmando que en España “hemos estado
viviendo por encima de nuestras posibilidades” (depende quien… habría que
preguntar)….podríamos afirmar que la “iglesia de la cristiandad” fue un
periodo ilusoria “por encima de las posibilidades” que nos permitiría la lúcida
y deseada evolución de la sociedad y del ser humano.
El propio Jesús (o la primitiva comunidad
cristiana), así parece reflejarlo en el evangelio de hoy. La crisis, la
permanencia de la crisis, la crisis como actitud permanente… parce estar en el
centro de la vida cristiana. Es como si la “estabilidad y la calma” no
pertenecieran a la identidad cristiana. Lo propio de la identidad cristiana es
“romper”, “cuestionar”, “destruir”: “esto que contempláis (el templo), llegará
un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.
En la entraña del cristianismo podemos
encontrar tres actitudes que siempre pertenecerán a la cotidianeidad de la fe y
de la Iglesia; lógicamente, de una Iglesia que no consienta acomodarse sino que
esté en permanente estado de crecimiento. Una iglesia que “está en el mundo”
pero que “no es del mundo”.
Primera
actitud: una iglesia crítica con los sucedáneos de la fe y de la religión, “Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi
nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca";
no vayáis tras ellos”. En la
iglesia siempre habrán oportunistas de todo tipo y estructuras posibilitadoras
de esos oportunismos que nos prometa estar en “los primeros sitios”, “a la
derecha o la izquierda” de los poderes de turno por un “plato de lentejas”;
(esta mañana he podido ver en televisión un alto responsable eclesial, sotana
en cuerpo y estola al cuello, compartiendo inauguración con alguien que, al
parecer, no tardará mucho en entrar en prisión por el delito de moda). Yo tengo
para mi que, sin miedo a perder ese tipo de visibilización social, hemos de
estar lejos de las fotografías que nos sitúen a la derecha o a la izquierda de
los “poderes de este mundo”. Lo nuestro es otro poder y otra visibilización
social.
Segunda actitud: una
iglesia serena cuando oye “noticias de guerras y de revoluciones”. El
sentimiento de que “vienen a por nosotros”, o de que hay una conspiración
permanente para acabar con la iglesia, me parece que provoca en los cristianos
normales un cansancio injustificado. En los “veintipocos” años que llevo de
cura y los “treintaytantos” “ejerciendo de cristiano” con más o menos uso de
razón de mi pertenencias eclesial, nunca me he sentido personalmente ni
marginado por mi fe ni ninguneado por mis convicciones. También es verdad que nunca
he perseguido ni imponerme a nadie ni salir en ninguna foto; no se si eso es
acomodarme o contentarme con poco; pero si que tengo claro que el único
objetivo personal del cristiano, y como miembro de la iglesia, no es otro más que intentar
vivir con dignidad, dando sentido al entorno que habite.
Tercera actitud: una
iglesia que se hace más iglesia cuanto más sepa convivir con sus diferencias y
alteraciones, y encajar y criticar sus contradicciones: «Se alzará pueblo
contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos
países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el
cielo.»
No se quien decía que
“donde todo el mundo piensa igual, nadie piensa nada”; por otra parte donde no
hay crisis , no hay crecimiento. Por eso la Iglesia siempre tendrá que vérselas
con la amenaza de su destrucción, pero “no pasa nada” o en palabras del maestro
de Galilea “no tengáis pánico… el final no vendrá enseguida”.
Nuestro mundo capitalista y científico-técnico, al haber puesto el centro
de la vida en lo material y contable y saturarnos la imaginación con imágenes
de consumo (también consumo religioso), ha secado la fuente de donde brota el
sentido de la vida. Nuestro día a día se ha vuelto una tarea agotadora, no por
la prisa con que pasamos de una tarea a otra, sino por no saber hacia dónde
vamos tan deprisa. Es necesario que la vida del ser humano recupere su reposo y
su descanso en el misterio de una experiencia divina que no está lejos sino a
la espera de que el hombre y la mujer se dejen encontrar de nuevo por ella.
Otro comentario sobre predicación y apocalíptica, podéis leerlo aquí.Y también pulsando en este punto rojo de más abajo.
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