El texto que leemos hoy forma parte de un género
literario, o forma de escribir, denominado «Apocalíptico». ‘Apocalipsis’
significa revelar; es decir, quitar el velo que oculta el misterio. Fue un tipo
de literatura religiosa extendida también en tiempos de Jesús.
Esta literatura pretende mostrar lo que sucederá en
el futuro, cuando Dios se haga presente en el mundo. Estuvo muy en boga en
tiempos de Jesús. Jesús, -hijo cultural de su época-, también utilizó este
lenguaje para expresarse.
Para comprender el texto de hoy también hemos de
tener en cuenta la situación cultural de algunas comunidades cristianas que se
hallaban bajo la influencia de la «gnosis». La «gnosis» era una corriente
espiritual propia de la cuenca del Mediterráneo que afirmaba que para adquirir
la salvación basta con conocer los misterios ocultos. No es preciso el
compromiso histórico que transforma la realidad social.
Utilizando el lenguaje de tipo apocalíptico, Jesús
quiere transmitir un mensaje urgente: Ante el Hijo del Hombre que llega, es
preciso despertarse y tomar partido. La referencia a los días de Noé y de Lot
constituye una advertencia contra la dejadez de «esta generación». El diluvio
acabó con todos, excepto con Noé y su familia. El fuego y el azufre arrasaron
Sodoma. Sólo se libraron Lot y su familia. Por eso es preciso no dormirse y
estar alerta.
Hoy vivimos también una situación similar a la que
vivieron aquellas primeras comunidades. Existen tendencias que nos invitan a
considerar la fe como algo privado y sin mordiente social: una experiencia
interior. Frente al desafío de una religiosidad sin contornos, vaporosa y
desencarnada, cobra actualidad el mensaje del evangelio.
La llamada a la vigilancia y a las opciones claras
es también una llamada actual. En nuestra sociedad europea se ha difundido un
cristianismo «a la carta», intimista y cerrado en espiritualismos que no
molestan a las estructuras injustas de esta sociedad de consumo, producción y
libre mercado. Cada uno se confecciona su propio menú religioso según sus
preferencias... pero sin molestar; sin alzar la voz al estilo de los profetas.
El cristiano tiene en cuenta que la fe no sólo consiste en transmitir
conocimientos de catecismo. Crecer en la fe engloba cuatro actitudes
fundamentales: Conocer la fe, celebrar y orar, reforzar la comunión y
transformar la realidad desde los valores del evangelio. Vivir la fe no sólo es
sentir y conocer, sino también vivir y trabajar por el Reino de Dios.
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