En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Lucas 6, 12-19
COMENTARIO
Celebra hoy la Iglesia la memoria de dos
apóstoles de segundo nivel. De uno no nos consta que pronunciara palabra, Simón
el Cananeo (o el Celotes), y el otro algo dijo, pero la verdad, dado lo
conflictivo de su nombre para la historia del cristianismo, Judas, yo creo que
no podría reproducir, sin leerlas previamente, alguna de sus palabras.
Además por si fuera poco, Judas Tadeo es
de estos personajes que pululan en cuartillas por las parroquias, con no se que
oraciones que hay que rezar y fotocopiar para que se cumpla exactamente no se
qué. A ver cuando cuaja esto definitivamente en el whtssapp, también para estos
menesteres, y nos ahorramos en las Iglesias esos textos de dura e ilegible
maquetación.
Lo que está claro es que Simón y Judas
debieron evangelizar a pesar de la breve memoria que ha dejado en la comunidad cristiana posterior, dándonos
a entender que no todos los liderazgos han de ser fuertes, e incluso, ante el
peligro de que sean excluyentes, bien haríamos los cristianos por no anhelar famas
exóticas y pasar al estilo de Jesús, “como uno de tantos”.
Pero en el texto de hoy, hay un detalle
que siempre me ha sorprendido. Efectivamente, sorprende la tensión que en Jesús
supone la montaña y el llano. En la montaña reza, se siente débil y zozobrante,
se vacía de sí y se llena de la experiencia del Padre …; y en el llano, libera,
acaricia, grita y muestra todo su poder.
La montaña es lugar de acogida del misterio
que lo envuelve, el llano, lugar de donación exuberante de toda su persona. Y
es como si la orografía del mundo fuera una réplica de los movimientos de
nuestro corazón, sístole y diástole, acogida y donación, llenarse y vaciarse.
Ese movimiento nos asemeja a Jesús y –permitidme la licencia- nos hace divinos.
Por eso cuando no escuchamos y sólo
hablamos, cuando sólo decidimos y no obedecemos, y cuando nuestro grito sólo
nos desahoga pero no nos ahoga, quizás no hemos descubierto la huella del Padre
que hay en nosotros, y entonces la criatura que somos, cuál adolescente
nervioso, no es más que una curva recluida en su centro que se sabe, solo y sólo, ombligo
del mundo.
No hace mas el q más aparenta
ResponderEliminarO deja visibilad de ello,q no quiero decir q no hayan buenas intenciones...pero cuantas personas hay por este mundo q hacen una labor encomiable y permanecen en el silencio, con esto con no quiero decir q no se de un reconocimiento a quuenes destacan x su labor pero hay de aquellos q lo hacen con afán de notoriedad...al final todos seremos evaluados y no por los poideres terrenales sino por los divinos.q son lis verdaderos,los reales los q nos permitiran alcanzar la gloria.