lunes, 8 de septiembre de 2014

LA MADRE Y EL HIJO



El evangelio de Mateo está lleno de citas y referencias al Antiguo testamento. Los destinatarios de Mateo eran casi todos de procedencia judía, y mediante este recurso literario, entendían que en la persona de Jesús se cumplieron las promesas que Dios había hecho.


En el texto que leemos hoy aparece la primera cita del Antiguo Testamento. Esta primera cita intenta mostrarnos el significado global de la persona de Jesús: «Enmanuel». Jesús se llamaba «Jesús», pero el evangelio de Mateo le busca un sobre-nombre que exprese mejor el significado de su vida, persona y misión. «Enmanuel» es un nombre tomado del libro del profeta Isaías (7, 14). La partícula «el» es la forma breve de «Elohim», uno de los nombres que en hebreo se aplican a Dios. Enmanuel significa «Dios-con-nosotros». Más que un nombre propio, se trata de la primera definición que Mateo nos da sobre Jesús de Nazareth.

El Nuevo Testamento no nos dice nada sobre el nacimiento de la Virgen María. Ni siquiera sobre la fecha o el nombre de sus padres, aunque las tradiciones de los antiguos cristianos y los evangelios apócrifos dicen que se llamaban Joaquín y Ana. En algunas de nuestras iglesias existen imágenes entrañables en su sencillez. En ellas aparece Santa Ana. Está sentada como una auténtica abuela, porque en sus rodillas se sienta María con una apariencia muy maternal, y en las rodillas de María aparece sentado el niño Jesús. Tres generaciones, sentada cada una en las rodillas de la otra.

Y es que cuando Dios quiso hacerse presente en la persona de Jesús de Nazareth lo hizo de forma humana y comprensible. 

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