“...Porque todo orante tiene en los comienzos de su vida la sensación de que nada sucede mientras reza; le asalta la idea de la propia estupidez por estar ahí, perdiendo el tiempo, soñando quien sabe qué excelencias y sorteando compromisos más urgentes”
P. D'Ors,
El olvido si, Valencia, 2007,
p.155
