Al mismo tiempo, los enormes y veloces cambios culturales
requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las
verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad.
Pues en el depósito de la doctrina cristiana «una cosa es la
substancia [...] y otra la manera de formular su expresión». A veces,
escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben,
debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al
verdadero Evangelio de Jesucristo.
Con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y
sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal
humano que no es verdaderamente cristiano. De ese modo, somos fieles a una
formulación, pero no entregamos la substancia. Ése es el riesgo más grave.
Recordemos que «la expresión de la verdad puede ser multiforme,
y la renovación de las formas de expresión se hace necesaria para transmitir al
hombre de hoy el mensaje evangélico en su inmutable significado».
Francisco, Evangelii gaudium, n.41