martes, 11 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DEL MARTES


MARTES, 11 DE FEBRERO
V SEMANA

EVANGELIO

Se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípu- los con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos». Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» y «el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte»; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: «Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo», ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y como éstas hacéis muchas».
Marcos 7, 1-13
COMENTARIO

En la región de Palestina en la que vivió Jesús existían zonas y ciudades de ascendencia griega y aldeas y territorios de arraigo judío. Aunque compartían espacios geográficos comunes, la separación era muy grande a causa de el carácter rigorista de la religión judía.

Las practicas religiosas judías se asentaban en 613 mandamientos. Muchos de estos preceptos eran tabúes casi mágicos. Otros estaban relacionados con la impureza ritual, convirtiéndose en un auténtico martirio para los creyentes sencillos, y levantando barreras infranqueables entre los judíos y el resto de personas.

Los judíos difícilmente podían compartir mesa con los gentiles, debido a una larga serie de prescripciones relacionadas con animales puros e impuros y con la forma de matar- los. Especial dificultad entrañaban los preceptos relacionados con el lavado de las manos y los útiles empleados... A estos preceptos hace referencia el texto del evangelio que leemos hoy.

En el episodio presenciamos una enconada discusión acerca del significado de la “voluntad de Dios”. Muchos fariseos creían que siguiendo los detalles de la ley cumplían a la perfección la voluntad del Señor. Para ellos la perfección consistía en ser rigurosos, austeros y muy ejemplares. En cambio, para Jesús la perfección es el amor y la solidaridad que producen felicidad y alegría en cada ser humano. Cuando el cristianismo se centra en el cumplimiento de preceptos y en el conocimiento de doctrinas... es que ha olvidado lo esencial: el amor y la solidaridad.

Esta idea central del Evangelio de hoy no fue sólo una conveniencia para solucionar el problema de la gran cantidad de paganos que habían comenzado a engrosar las filas de las primeras comunidades cristianas; hombres y mujeres de cultura griega que desconocían los preceptos religiosos judíos. Los grandes profetas de Israel (Isaías, Jeremías, Amós, Joel...) fueron quienes, -muchos siglos antes de que naciera Jesús-, comprendieron que la relación con Dios no sólo se da a través de ritos religiosos celebrados en el templo, sino fundamentalmente en relaciones personales y sociales asentadas en el derecho y la justicia.

Un cristiano tiene presente esta línea que recorre vigorosamente la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: ser creyente se traduce en amor, misericordia y solidaridad.