jueves, 20 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DEL JUEVES

JUEVES, 20 DE FEBRERO

VI SEMANA



EVANGELIO

Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista otros, Elías, y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías». Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Marcos 8, 27-33
COMENTARIO

Jesús ha abandonado los terrenos de Galilea y se ha dirigido al norte, a una región interior y tranquila que gobierna Filippo, hijo del rey Herodes El Grande del que se nos habla durante el nacimiento de Jesús. Esta región tenía menos presión social y religiosa que Galilea.

La ciudad de Cesarea de Filippo, a la que se refieren el texto, es una antigua ciudad enclavada muy cerca de uno de los manantiales de los que nace el río Jordán. Antiguamente se denominaba «Paneión o Panías». Recibía este nombre porque existía un templo a la divinidad Pan, dios de la naturaleza y los campos.

En este escenario se nos muestra a un Jesús muy cercano a sus discípulos. En su conversación está interesado en saber lo que piensa la gente de él. Las respuestas que le dan no lo dejan satisfecho, porque todavía el pueblo no entiende su misión. Para la gente, Jesús continuaba la tradición de Juan Bautista y de los antiguos profetas de Israel, como Elías. Frente a esta opinión Jesús pregunta a los discípulos su opinión, Pedro toma la palabra y dice a Jesús: “Tú eres el Mesías”. La reacción de Jesús es de completo desacuerdo. Por eso, y para evitar que sea una opinión generalizada, los amonesta y les prohibe que difundan estas ideas.

Luego dirige a los discípulos la misma pregunta. Pedro asume la responsabilidad y le da una respuesta aduladora que identifica a Jesús con el Mesías poderoso que aguardaba el pueblo. Jesús le sale al paso y le llama la atención. Termina hablándoles de los sufrimientos a los que será sometido por los poderosos. Es esta una forma de explicarles que su idea de enviado de Dios no tiene nada que ver con el poder y el dominio, sino con la sencillez y humildad.

En el texto de hoy Jesús califica a Pedro como «Satanás». No hay que pensar que Jesús está equiparando a Pedro con un «demonio», en el sentido que otorgamos actualmente a esta expresión. «Satanás» es una palabra hebrea que significa «adversario»... Se aplicaba a los dioses de los países vecinos, considerados como «adversarios» de Yahvé».

Cuando Jesús aplica a Pedro esta expresión, le está considerando un adversario ideológico: Pedro esperaba que Jesús se convirtiera en un sacerdote todopoderoso, aliado con el poder político y cargado de majestad. Jesús le intenta enseñar otro estilo totalmente diverso de ser el Enviado de Dios: el de la sencillez y la misericordia.

Cada vez que los cristianos utilizamos esquemas de poder, Jesús vuelve a repetirnos aquella expresión tan dura que le echó en cara a Pedro: «Satanás». Los cristianos que hacen del poder su forma de actuar, se convierten en «adversarios» del proyecto de Jesús.

El texto de hoy es un canto a la sencillez y la humildad. El cristiano también se debe mostrar accesible y cercano.