jueves, 13 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DEL JUEVES

JUEVES, 13 DE FEBRERO
V SEMANA

EVANGELIO

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo: «Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella replicó: «Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.»
Él le contestó: «Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija.»
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.



Marcos 7, 24-30
COMENTARIO

La geografía sobre la que se desarrolla este relato es de vital importancia para su comprensión. El punto clave es la ciudad fenicia de Tiro. Tiro significa en griego «Roca del Sur» (tyros). Estaba levantada sobre un gran promontorio frente a la costa fenicia, Era una ciudad comercial y marinera, con importantes industrias de metalurgia, tejidos, tintes y vidrio. 

Para el Antiguo testamento la ciudad de Tiro era símbolo de gentes malas y perversas. De esta ciudad llegó la princesa Jezabel, a la que Salomón casó con su hijo Ajab. El nombre de esta princesa evocaba a los judíos toda maldad religiosa, porque ella introdujo el culto a Baal-zebú (dios de la fecundidad) adversario de Yahvé. Y desde aquellos tiempos la palabra Belzebú significa una personificación del mal... algo así como Satanás. El profeta Elías combatió el culto de Baal y a sus sacerdotes. Jesús da una lección a sus discípulos. La enseñanza se halla en el milagro que presenta la lectura de hoy. 

Jesús hace el milagro en el extranjero. Tiro era una población pagana. Los judíos denominaban a los fenicios «perros impuros». La protagonista es una mujer excluida por ser fenicia y por ser mujer. Pero Jesús la declara hermana, hija del mismo Padre Dios, creador de todos los hombres y mujeres. Jesús pone de manifiesto que también los paganos tienen derecho a participar de la Buena Noticia para los pobres. Y lo más hermoso de este relato es que esta mujer pagana es colocada como modelo de fe auténtica. Ella se abandona en brazos de aquel que viene e parte de Dios, y se declara limitada y sin fuerzas para salir del apuro en el que se haya.


Jesús, con este milagro, combate el alma social judía. En el fondo del judaísmo latía una fuerte opresión femenina. La mujer era considerada como ser inferior, sin derechos e impura por su condición sexual. Pero esta mujer no se deja amedrentar frente a un judío. Habla con claridad, y es la claridad de su palabra la que hace que Jesús la libere de la opresión en la que vive; por eso el milagro ocurrió y su hija fue sanada a distancia. 



La Iglesia tiene que respetar las múltiples expresiones culturales que existen en nuestro mundo. Los cristianos debemos mirar a los otros pueblos con respeto si queremos hacer de este mundo una casa donde quepamos todos. Los cristianos debemos comenzar a ver a la mujer con ojos nuevos a la hora de las responsabilidades eclesiales y de su lugar en la Iglesia y en la liturgia. Hay que construir una Iglesia donde ella participe en la responsabilidad eclesial.