SÓLO 1 SEGUNDO
"...Salvan los fracasos que no derivan en desesperación o, dicho de otro modo: desesperarse es lo que impide que un determinado fracaso pueda dar su fruto evangélico. Ahora bien, quien fracasa y no desespera está en las mejores condiciones para entender y vivir el evangelio. Por eso fracasar puede ser la mayor de las suertes y la mejor de las bendiciones. Y por eso educar a un cristiano consiste en entrenarle a fracasar bien"
(P. D'Ors, El olvido si, Valencia, 2007, p.39)