sábado, 9 de noviembre de 2013

OTRAS VOCES



El credo nos enseña que la vida es buena, no mala, pero que la vida no lo es todo, sino que hay algo más. De la misma manera que una idea da lugar a una canción, una semilla a una flor, o una cerilla a una llama, un día nosotros accede- remos a una vida nueva, eterna en espíritu y diferente en su forma. 

¿Y cómo podemos estar seguros de ello? Sencillamente contemplando, si somos capaces, las pruebas que Dios ha puesto a nuestro alrededor. En el fondo, es una metamorfosis, un cambio a la alteridad, de acuerdo con la naturaleza misma de la vida. 

“¿Somos iguales a Dios o somos diferentes de Dios?”, preguntó el discípulo al maestro. Y este contestó: “No somos ni iguales ni diferentes. Somos como el océano y la ola. No una cosa. Tampoco dos”. La vida es un movimiento de acceso a la plenitud que no conoce límites, que crece en la forma, que vive en el espíritu del Espíritu y no tiene fin.

J. Chittister, En busca de la fe,
Sal Terrae, Santander,  2000, p. 206

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