SÓLO 1 SEGUNDO
El
crepúsculo de los ídolos ha sido pospuesto. Durante más de dos siglos, desde las
revoluciones americana y francesa hasta el colapso del comunismo soviético, la
política mundial giró en torno a problemas eminentemente políticos. Guerra y revolución,
justicia social y de clase, raza e identidad nacional, esas eran las cuestiones
que nos dividían. Hoy en día hemos progresado hasta el punto de que nuestros
problemas se asemejan de nuevo a los del siglo XVI, ya que nos encontramos enredados
en conflictos sobre revelaciones rivales, pureza dogmática y obligación divina.
En occidente estamos inquietos y confusos. Aunque tenemos nuestros propios
fundamentalistas, juzgamos incomprensible que las ideas teológicas todavía exciten
pasiones mesiánicas que dejan a las sociedades en ruinas. Creíamos que eso no
era ya posible, que los seres humanos habían aprendido a separar las cuestiones
religiosas de las políticas, que el fanatismo había muerto. Estábamos equivocados”.
(M. LILLA, El Dios que no nació, Debate, Barcelona, 2013, p. 13)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.