lunes, 28 de enero de 2013

EL EVANGELIO DEL 28 DE ENERO

LUNES



EVANGELIO
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.»
Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.»
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Marcos 3, 22-30

COMENTARIO


Para el antiguo pueblo de Israel la palabra «satán» no poseía el significado que le otorgamos actualmente; significaba ‘acusador’, ‘adversario’. Era alguien que crea dificultades.

El pueblo de Israel creía que todos los pueblos tenían un ángel que les conducía y protegía. Al ángel protector del Imperio Romano se le asignó el título de «ángel adversario y acusador», y comenzó a llamársele «satán». «Cuando llegue el reino de Dios, caerá definitivamente el imperio romano opresor y con él caerá «Satán», el ángel adversario que le guía y protege». Así aparece citado en textos esenios y en los evangelios apócrifos.

El actuar de Jesús desenmascaró la mala forma de obrar de los líderes religiosos de su tiempo. La vida transparente de Jesús y su coherencia puso de manifiesto la hipocresía de los que tenían responsabilidad espiritual en medio del pueblo. Los escribas que habían venido de Jerusalén, encuentran a Jesús comprometido con liberar a los sencillos de todas las opresiones que pesaban sobre sus débiles hombros.

Los escribas se dan cuenta que Jesús proclamaba a un Dios diferente del que se anunciaba en el Templo de Jerusalén por la clase sacerdotal institucionalizada. Y para desprestigiar a Jesús no les queda otro camino que el de la calumnia. Se atrevieron a calumniar a Jesús acusándolo de que actuaba con el poder de Beelzebu (demonio).

Lo que pretendían los escribas era menguar la fuerza que Jesús fue ganando a través de su acción liberadora y propagar por todos los medios (en este caso la calumnia) que todo lo que él hacía, lo hacía por la fuerza del demonio, del enemigo de Dios.

 Siguen habiendo en las instituciones de cualquier tipo, también las eclesiales, una tendencia a condenar al crítico con el mediocre argumento de que crea división y no favorece la unidad. La unidad es un valor si aglutina a los diferentes. Pero una unidad cuál rodillo uniformador, es la más clara expresión de una ridícula y pobre identidad.

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