miércoles, 25 de abril de 2012

EL EVANGELIO DEL 25 DE ABRIL

MIÉRCOLES

EVANGELIO

Se apareció Jesús a los once y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Marcos 16, 15-20
COMENTARIO

Nos hallamos ante uno de los textos más problemáticos del Nuevo testamento. Se trata de un añadido posterior que pretende resumir y dar sentido al evangelio de Marcos. Este texto que leemos hoy no se halla en el Códice Vaticano. Este Códice es un pergamino del año 350 que contiene los evangelios, escritos en lengua griega, tal como los conocemos hoy.

Tampoco aparece en el Código Sinaítico, otro pergamino que fue escrito también hacia el año 350 y hallado en el Monasterio de Santa Catalina que se alza a los pies del Monte Sinaí. Aunque se trata de un texto tardío, contiene enseñanzas interesantes para nuestra reflexión: Jesús se despide de los discípulos con un encargo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". De ahora en adelante no deberán limitarse al pueblo judío, pues el mensaje es universal y mira a la humanidad entera. Ya no hay un pueblo elegido, sino que es toda la humanidad la elegida y destinada a experimentar la salvación de Dios. Ningún rincón de la tierra, ningún país, ningún grupo de personas estará excluido en principio del Reino, pues Jesús ha venido para que no haya excluidos del pueblo ni pueblos excluidos. Es un mensaje que rompe con las visiones cerradas e integristas. Aquellos primeros cristianos ya habían comprendido que todas las culturas poseen “semillas” o elementos del evangelio, ya que todas están llenas de valores positivos.
Anunciar el evangelio frente a una cultura no es avasallarla, destruirla y desvirtuarla, sino descubrir los valores que el mismo Dios ha puesto en ellas. En este sentido, «evangelizar es entrar en diálogo» con las otras culturas.
Cuando estamos convencidos de que Dios se revela a todas las culturas, en todos los tiempos, entendemos las evangelización como un mutuo enriquecimiento: el evangelio comunica a la cultura novedad y claridad en sus contenidos de justicia, mientras la cultura le ofrece la fuerza de su propia tradición, la riqueza de sus propias búsquedas y la novedad de sus propias expresiones simbólicas. 











  

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